Imagen cortesía de turismodecordoba.org
Privilegiados lugares en nuestras casas son ocupados por macetas, cactus y cualquier vegetal que pueda sobrevivir con un poco de luz solar. Igual que hacia las mascotas, hacia las plantas proyectamos cariño. Nos sentimos mejor con nosotros mismos al cuidar de unas y otras, y las personas mayores, en especial, se sienten menos solas. Adicionalmente, disponer de un pequeño terreno permite nuevas vías de expresión. Cultivar una planta desde la propia semilla nos une a un tipo de vida que transciende a lo humano. Jardines y huertos constituyen refugios espirituales desde tiempos remotos.
La humanidad ha reproducido en los jardines microcosmos de un mundo vivo. En China se consideran espacios para reflexionar, descansar y refugiarse. En 1760, un manual de medicina de la Universidad de Edimburgo señalaba que “la luz del sol, los árboles, la hierba, las plantas y el aire libre hacen más por los pacientes que todos los doctores del mundo”. La relación entre Bienestar, Belleza y Naturaleza se ha fortalecido a lo largo del tiempo. Los entornos naturales reducen la ansiedad y alivian el estrés crónico. En mayor o menor medida, todas las culturas han expresado a través de las plantas un amplio abanico de sentimientos: simbolizan y transforman las relaciones humanas, aumentan la sensibilidad y aportan energía física y mental a las personas.
Un jardín estimula la mirada interior y la creación artística. Desde hace siglos, Córdoba materializa en sus patios estabilidad y sustento psicológico. Hace un lustro en la antigua capital califal se creó FLORA (Festival Internacional de las Flores). Zizai Cultura, antes Zizai Hoteles, es la entidad que financia e impulsa esta iniciativa emprendedora con el patrocinio principal del Ayuntamiento de la ciudad.
El certamen selecciona a algunos de los artistas más destacados del mundo en arte floral contemporáneo, los cuales colocan sus instalaciones en algunos de los patios más emblemáticos de la ciudad. Las creaciones abiertas al público compiten por los dos mayores premios en este tipo de galardones. En paralelo, se desarrolla un programa de actividades sobre las conexiones entre Arte y Naturaleza que enriquecen a cordobeses y visitantes. El tema elegido para la edición 2022 es “La metamorfosis”. Sobre ésta, cinco artistas de prestigio internacional conectarán la tradición secular de los patios cordobeses con la vanguardia del arte floral.
Las instalaciones podrán ser visitadas del 17 al 27 de octubre en los siguientes patios:
El palacio de los Páez de Castillejo, actual Museo Arqueológico, situado sobre los restos del antiguo teatro romano. La planta cuadrangular del palacio, construido en el s.XVI, consta de dos patios. El primero es rectangular con un estanque central y se conecta al segundo mediante una galería de arcos de medio punto. El muro de la fachada y la escalera renacentista del palacio han sido restaurados recientemente.
La mejor manera de demostrar la grandeza cordobesa es con un patio: el Palacio de Viana tiene doce y un jardín. Cada patio tiene su propia personalidad, su momento del día y su manera de complementar la belleza arquitectónica del edificio. Esta casa señorial habitada entre los siglos XV al XIX fue vendida en 1980 a la Caja Provincial de Ahorros de Córdoba y hoy es sede de la Fundación Cajasur.
Construido por el arquitecto Hernán Ruiz II en 1560, el Palacio de Orive, conocido como Casa de los Villalones, es uno de los más bellos edificios renacentistas de la ciudad. Posee dos patios, en torno a los cuales se distribuyen las estancias. El patio central tiene las paredes blancas con un precioso suelo de mármol y fuente circular. A su alrededor geranios, gitanillas y pilastras, vegetación autóctona.
El Palacio de la Merced, actual sede de la Diputación, fue en origen un convento y más tarde hospicio. Destacan el claustro principal y el Patio del Reloj que recibe su nombre por su reloj de sol vertical de inspiración romana clásica.
El Patio de los Naranjos de la Mezquita-Catedral de Córdoba es considerado “el jardín vivo más antiguo de Europa”. Botánicos, paisajistas y artistas florales sueñan colocar sus instalaciones en este entorno poblado por siglos de historia. El antiguo patio de abluciones de la época califal pasó a convertirse en punto de encuentro para la sociedad cordobesa y esencial escenario para el desarrollo del ceremonial católico de la Catedral. Naranjos, palmeras y cipreses se distribuyen en hileras como proyección externa de las columnas interiores del templo.
Antonio Muñoz Molina señaló que “para escribir sobre una ciudad, previamente hace falta estar poseído por ella, así las miradas apasionadas se convierten en memoria y nacen las palabras”. Caminar por Córdoba permite acceder a los prodigios de una luz que descorre la opaca penumbra impregnada por el perfume de azahar y de jazmín de los jardines.
Los poetas de al-Andalus hablaban de sus plantas y flores preferidas: margarita, narciso, arrayán, violeta, lirio azul, azucena blanca, jazmín, alhelí amarillo, nenúfares, rosas o amapolas. También de los frutos: almendras, membrillos, higos, granadas, dátiles o cerezas. El agua de los pozos de los patios derrama frescura y da vida a las plantas que los pueblan. Palmeras y naranjos se asoman en las irregulares plazas. Calles de trazado curvo y callejones desembocan ante las enormes puertas de la Mezquita-Catedral. Dentro, la oblicua luz se transforma en sombras que bailan a nuestro alrededor.
La ciudad sobrevive a pasadas glorias y mantiene la gallardía de un tiempo que la gasta pero no la derriba pues está hecha de sueños, rescoldos de la sabiduría de Averroes y Maimónides. Reducto de vida que envuelve a Flora 2022 en una Córdoba esplendorosa.