Un total de 826 millones de euros es la cantidad destinada por el gobierno de Australia para mejorar y reforzar la ciberseguridad del país, que está viviendo una serie de tensiones sobre la sospecha de intromisiones y espionaje por parte de otras potencias extranjeras.
Así lo ha anunciado el primer ministro Scott Morrison, que ha indicado en declaraciones recogidas por Reuters que la principal prioridad del gobierno federal “es proteger la economía, la seguridad nacional y la soberanía de nuestra nación”, añadiendo que “la actividad cibernética maliciosa socava esto”.
Los fondos se invertirán a lo largo de una década y también tendrán como principal finalidad la mejora y el refuerzo de las tareas de las agencias de inteligencia.
El anuncio de este paquete de medidas de inversión para enfrentarse a los ciberataques se produce sólo unos días después de que se informara sobre un ciberataque que sufrió Australia apoyado por un país extranjero. En aquel momento, no se mencionó al autor de los ciberataques pero pocos días después se llevaron a cabo registros en la vivienda y la oficina de un diputado del estado de Nueva Gales del Sur por supuesto nexo con el gobierno de China. Por su parte, China siempre ha negado ser el responsable de los ataques, según ha dicho la agencia de noticias.
El fondo incluirá la contratación de 500 expertos de seguridad adicionales que se unirán a las filas de la agencia de inteligencia cibernética del país.
Las hostilidades entre el gobierno de China y Australia tienen historia. Y es que en febrero de 2019 Australia sufrió un ciberataque justo antes de las elecciones generales, afectando al Parlamento australiano y a otros instituciones gubernamentales y universitarias.
Fue entonces cuando el portavoz de Exteriores de Pekín, Zhao Lijian, acusó a Camberra de instigar deserciones en China, espiar a sus estudiantes y alentar teorías sobre el espionaje chino en los medios de comunicación.
De acuerdo con Lijian, estas acusaciones de espionaje no se basan en evidencias sólidas.
La situación entre China y Australia ha ido a peor con el coronavirus, sobre todo tras la decisión de Camberra de impulsar una investigación sobre el origen del coronavirus o la aprobación en Australia de leyes contra la injerencia y el espionaje extranjero tras destaparse casos de donaciones chinas a políticos australianos.