Algunas de las operaciones más comunes de resolver en otros países mediante las TICs, son a veces las más dificultosas de completar en Cuba. Ante esta realidad, los emprendedores cubanos han hecho del ecosistema digital un campo de constante innovación para que la gente común resuelva sus problemas comunes.
Este espacio ha sido propicio para que se desarrollen las startups más variadas, que atienden a necesidades aparentemente sencillas, como son enviar un regalo a un amigo, reservar una cena, conseguir un taxi, tener todas las revistas en un solo espacio, brindar servicios digitales, encontrar la casa que buscas, tener un directorio de todos los lugares y negocios cubanos o apostar por tu equipo en la Champions League.
Para todas estas inquietudes, han surgido varias respuestas en forma de startups, que ofrecen a la demanda existente un producto o servicio. Se ha comportado, justo como Eric Rides las define en su libro Lean Startup, como una “organización dedicada a crear algo nuevo bajo condiciones de extrema incertidumbre”.
Muchas de estas iniciativas parten desde La Habana, lo que convierte a la capital en un ecosistema emprendedor, pero aislado del panorama socio-tecnológico de una nación en que no abundan los programas desde ONGs ni entidades que ayuden a desarrollar modelos de negocios, cuya vida es el ecosistema digital y su límite es el mercado local.
De esta manera, el enfoque educación-emprendimiento solo es conocido a gran escala gracias al proyecto CubaEmprende con sede en La Habana, Cienfuegos y Camagüey, el cual ofrece talleres de emprendimiento y asesorías en diversas áreas. No obstante, aún no existe en el país una incubadora de startups que cuente con su específico programa de aprendizaje y desarrollo.
Cuba pudiera convertirse en el Sillicon Valley del Caribe, tanto por la preparación de su capital humano como por la ausencia de muchos servicios. A diferencia de otros emprendimientos en el país, a los que no se permite su expansión, las startups cubanas conviven en un ecosistema digital no regulado y pueden operar en toda la Isla. Un ejemplo de esto sería A la Mesa, directorio de negocios gastronómicos que, de intentarlo, pudiera extender su servicio a domicilio a otras provincias sin prohibiciones.
Realizar una radiografía al sector tecnológico privado cubano resulta tarea difícil, porque ya negocios como restaurantes y centros de belleza constituyen “empresas de demanda”, pues han incluido en su gestión la tecnología y precisan, por tanto, de otras que las provea.
No obstante, hay datos susceptibles de cierto análisis, aunque no esté completo. Según el proyecto CubaEmprende (La Habana), por el Taller Emprende que ellos imparten, han pasado 4.204 negocios. Si desglosamos las cifras, de ese total un 11 por ciento corresponde a Hardware y Software, lo cual demuestra la presencia creciente del sector entre los emprendimientos cubanos.
A esto sumemos, además, otros muy relacionados con el ecosistema digital. En este escenario, los números ayudan a demostrar una realidad que en Cuba se obvia muchas veces: la existencia de un sector tecnológico en ascenso, caracterizado por servicios profesionales que incluyen agencias de publicidad, medios de comunicación, servicios de información en línea; hardware & software, entre otros. Sin tanto ruido, pero avanzan.