En la actualidad la mayor parte de nosotros hemos oído hablar en mayor o menor medida del concepto de Startup. Mucho se ha escrito y se ha hablado sobre las mismas y su impacto en el emprendimiento durante estos últimos años, pero ¿qué es realmente una Startup? ¿Cuáles son sus objetivos y características? ¿Por qué son tan importantes?
A estas y otras preguntas vamos a tratar de responder en el siguiente artículo a través de casos reales que nos ayudarán a conocer y entender el mundo startup. Y es que como dice Reid Hoffman, fundador de LinkedIn, “emprender es como lanzarse al vacío e intentar montar una empresa durante la caída”.
El anglicismo “start up” se puede traducir como “poner en marcha”, “arrancar” o “habilitar” y es utilizado en el mundo empresarial para referirse a aquellos proyectos empresariales que son de reciente creación, presentan un gran potencial de crecimiento y se encuentran en una etapa temprana de su actividad, denominada fase de arranque, desarrollando su producto o servicio para generar ingresos que permitan consolidar su sostenibilidad y crecimiento. Se trata pues de una organización centrada en el desarrollo de productos o servicios, de gran innovación, con una gran capacidad para el cambio y la flexibilidad, y orientada completamente al cliente.
En la mayoría de las ocasiones acostumbramos a relacionar el término con proyectos que presentan un alto componente tecnológico relacionado con el ámbito de las tecnologías de la Información, el entorno digital e Internet, sin embargo, el concepto es más extenso ya que se refiere a cualquier proyecto empresarial que presenta un grado de innovación importante, y se encuentra en una fase muy inicial, independientemente del nivel de aplicación tecnológica que presente el mismo.
Como consecuencia de la etapa en la que se encuentran este tipo de empresas, en la mayoría de los casos su financiación inicial pasa por la aportación del capital realizado por los propios fundadores en primer lugar, y por la ya conocida triple F “friends, family and fools” referida al círculo más cercano y accesible de los fundadores a la hora de buscar financiación externa: amigos, familia y conocidos que crean en la idea, y que conlleva un coste financiero asociado a la inversión obtenida. Sin embargo, estas vías de financiación a pequeña escala no serán sostenibles a largo plazo sin otras vías complementarias de financiación adicional.
Si hay algo que caracteriza al mundo empresarial en la actualidad a nivel global es el entorno de incertidumbre en el que se sustentan las relaciones y transacciones empresariales. Este factor se hace más patente cuando hablamos de startups al incrementarse el escenario de incertidumbre sobre el futuro y la sostenibilidad de las mismas.
Como hemos indicado anteriormente, una startup, es una organización centrada en el desarrollo de productos o servicios con unas características peculiares que la diferencian de la categoría de pequeña y mediana empresa (pyme) que posteriormente ampliaremos. El objetivo de una startup es salir al mercado en búsqueda de financiación para cubrir sus necesidades de capital, haciendo uso de una gran innovación y generalmente apoyándose en el uso de las tecnologías digitales para lograr su crecimiento. En el caso de las pymes el objetivo se centra más en invertir y arriesgar parte de sus beneficios en proyectos y líneas de negocio que generan un incremento de los mismos a medio-largo plazo.
Aunque comparten algunas de las características de otros tipos de proyectos empresariales, las startups poseen un conjunto de características principales que las hacen ser tan peculiares e importantes:
Se tratan de empresas jóvenes con menos de 3 años, con un alto componente creativo y gran motivación por el proyecto.
Su entorno habitual es la incertidumbre, ya que constantemente se debaten entre la desaparición o la evolución.
La rapidez de crecimiento y desarrollo es un factor principal para buscar su supervivencia y sostenibilidad. Su alternativa por tanto es evolucionar o desaparecer.
Son lideradas y gestionadas mediante una combinación de análisis empresarial y emociones personales por parte de los fundadores. En estos inicios, la fe y las emociones poseen un gran peso en la toma de decisiones.
La innovación es su razón de ser. Se tratan de empresas con un gran componente de innovación radical o incremental sobre la que se sustenta su crecimiento y evolución.
Los proyectos presentan un alto grado de escalabilidad, factor clave, siendo capaces de replicar su modelo de negocio en distintos mercados a un coste bajo buscando así esa evolución necesaria desde el incremento de ingresos y la disminución de costes asociados.
Están formadas por equipos multidisciplinares, con variedad de perfiles, que enriquecen el proyecto y operan bajo estructuras empresariales horizontales o mixtas no jerarquizadas.
Operan en un entorno mayor de incertidumbre, buscando su sostenibilidad de una forma rápida, asumiendo por ello mayores riesgos y buscando nuevas fórmulas disruptivas para encarar y resolver los problemas.
Enfocan el desarrollo de productos y servicios de una forma incremental desde una metodología ágil que permita ensayar y testar los mismos mediante prueba y error. Esto requiere de un contacto directo con el cliente y una visión colaborativa con el mismo.
La dirección financiera se centra en el control del Flujo de Caja como principal indicador de la salud de la empresa: incrementar los ingresos de forma rápida y mantener los gastos muy reducidos.
Buscan y utilizan fuentes de financiación alternativas a los tradicionales instrumentos bancarios, optando por captar capital aportado por inversores a cambio de un porcentaje de la empresa, Business Angels y entidades de capital riesgo.
Adquieren y desarrollan el aprendizaje a través del error y la constante evolución del producto o servicio mediante el feedback de los clientes.
Internamente construyen y promocionan un clima de excelencia en los resultados, buena comunicación y alto nivel de energía entre el equipo.
Utilizan metodologías de gestión de proyectos ágiles (Lean Startup) para desarrollar sus productos y servicios.
Como podemos ver, algunas de estas características son también comunes a las pymes, y van siendo poco a poco incorporadas en las actividades y estructuras empresariales, pero todas en su conjunto forman las particularidades que muestran las startups.
Dentro del contexto actual hay cierta confusión a la hora de hablar de startups, scaleups y pymes. Esta confusión es habitual y está basada en la similitud que presentan diferentes organizaciones en cuanto al tamaño y estructura de la misma. Es habitual encontrar startups con menos de 10 empleados y microempresas con similar tamaño, de esta forma, aunque el tamaño reducido es una característica básica común de por sí no determina si nos encontramos ante una startup u otro tipo de empresa. Son los factores de antigüedad, grado de innovación y existencia de modelo de negocio los que principalmente marcan esa diferencia.
Según la Unión Europea (UE) en su Reglamento nº 651/2014 de la Comisión determina como microempresa a aquellas empresas que cuentan con menos de 10 empleados efectivos y poseen una cifra de volumen de negocio o de Balance General igual o inferior a 2 Millones de Euros. Para ser considerada pequeña empresa ha de contar con menos de 50 empleados efectivos y una cifra de volumen de negocio o de Balance General igual o inferior a 10 Millones de Euros.
Dentro de esta clasificación no tiene cabida pues hablar de startups ya que podría englobarse dentro de cualquiera de estas categorías si consigue las cifras indicadas en sus primeros tres años. Estas tienen como misión principal buscar y encontrar su modelo de negocio, que sea escalable y repetible, con alto potencial de crecimiento y una existencia inferior a 3 años. Las micro y pequeñas empresas buscan sin embargo incrementar su volumen de negocio, con un modelo de negocio ya definido y testado en el mercado, independientemente de sus años de vida o existencia.
En resumen, hablamos de startups como proyectos empresariales menores a 3 años, que buscan su modelo de negocio escalable, basados en la innovación, y con gran potencial de crecimiento, mientras que las PYMES crean un tejido empresarial de empresas con modelos de negocio ya consolidados y testados en el mercado, que se centran incrementar su volumen de negocio y los beneficios
Una de las dudas más frecuentes en el ecosistema emprendedor nos la encontramos a la hora de establecer el momento en que una startup deja de serlo o bien porque encuentra su modelo de negocio disruptivo e innovador, produciéndose un crecimiento rápido y escalable, o bien porque se adapta a un modelo de negocio tradicional ya existente. En el primer caso hablamos ya de una scaleup. En este segundo caso hablaremos de microempresa o PYME siguiendo los criterios descritos en la clasificación de la Comisión Europea descrita anteriormente.
En el momento en que el volumen de facturación de una startup crece a un ritmo del 20% anual durante más de tres años seguidos, gracias a que han conseguido validar su producto en el mercado, o alcanzan más de un millón de dólares en financiación se comienza a hablar ya de scaleup. Este término, que podríamos traducir como “ampliar” o “aumentar”, hace referencia a aquellas startups que, mediante su modelo de negocio innovador y escalable, han iniciado un proceso de crecimiento y expansión de nuevos mercados, nuevos clientes y mejoras en sus productos o servicios.
Las scaleups se caracterizan principalmente por haber encontrado su modelo y su sostenibilidad en el mercado, con un porcentaje muy reducido de fracaso, reduciendo así el alto riesgo inicial vinculado a proyectos emprendedores, creando una estructura empresarial más formal y jerarquizada, e impulsando el número y el desarrollo profesional de sus empleados a la par que la empresa crece. En términos de gestión podríamos decir que las startups precisan de fundadores con pasión, iniciativa, resistencia, motivación y sobre todo capacidad de acción, mientras que en una scaleup es muy importante rodearse de gestores empresariales, directivos y MBA’s para su dirección, pasando de emprendedores a empresarios.
Debido a las características tan especiales de este ser mitológico de carácter puro, bondadoso, espiritual, inmortal, escurridizo y difícil de alcanzar, en el ecosistema emprendedor toda startup desea convertirse en Unicornio.
Fue en 2013 cuando Aileen Lee acuñó el término empresarial en un artículo publicado bajo el título “Welcome To The Unicorn Club: Learning From Billion-Dollar Startups”. Y es que este concepto hace referencia a aquellas startups o scaleups cuya valoración ha alcanzado la sorprendente cifra de los mil millones de dólares estadounidenses en muy poco tiempo de vida, de ahí que sean tan raras, buscadas y apreciadas de obtener.
Las empresas unicornio están basadas en el uso y la aplicación de la innovación en áreas tecnológicas punteras, en muchos casos creando tendencia dónde antes no existía, desarrollando mercados con modelos de negocio aún por explotar y escasa competencia muy atractivos para los inversores.
En la actualidad las características más importantes que muestran este tipo de empresas son básicamente:
Su valoración supera los mil millones de dólares sin haber tomado parte en ninguna operación de adquisición o fusión, debida principalmente al acelerado crecimiento de su actividad.
Están financiadas en su totalidad por capital privado y no cotizan en bolsa.
Empresa joven con menos de 10 años de vida.
Modelos de negocio basados en las tecnologías de la información, digitalización, internet e innovación disruptiva.
Es por todo lo anterior que cualquier startup sueña con convertirse en el próximo unicornio.
Es innegable la importancia y el impacto que han tenido las tecnologías de la información, la digitalización de la sociedad, y la innovación aplicada en la creación de sistemas empresariales basados en el emprendimiento, dando como resultado la creación de entornos y ecosistemas que fomentan la innovación viendo nacer startups que en poco tiempo se acabaron convirtiendo en auténticas empresas unicornio. Casos como Silicon Valley (California, EE.UU.), Tel Aviv (Israel), Zhongguancun (Beijing, China), Bangalore (Karnataka, India), Chile, Dublín (Irlanda), Berlín (Alemania) o Dubai (Emiratos Árabes Unidos) marcan los focos de emprendimiento, Startups y la concentración del talento innovador a nivel mundial.
Fruto de la combinación de los factores que aparecen en estas localizaciones, que generan unas ventajas competitivas muy importantes a las empresas ubicadas en dichos entornos y que Michael Porter describió en su modelo de análisis conocido como el diamante de Porter, dejando de lado casos tan conocidos como Apple, Microsoft, Amazon o Google, han aparecido en los últimos años startups que han revolucionado diferentes sectores y mercados convirtiéndose en creadores de tendencias y verdaderas empresas globales. Entre ellas podemos destacar las siguientes.
UBER
Uber nació en el año 2008 como red de transporte que conectaba pasajeros con conductores a través de dispositivos móviles mediante un simple clic para mejorar el servicio de taxis de San Francisco, revolucionando así el segmento del transporte de pasajeros urbanos. En la actualidad cuenta con más de 15.000 empleados en todo el mundo y un valor empresarial de 50.000 millones de dólares.
EVERNOTE
Esta plataforma, pensada para ayudar en la forma que trabajamos y mejorar la productividad, nació en 2008 en Silicon Valley de la mano de Stepan Pachikov y Phil Libin. En la actualidad la plataforma cuenta con más de 100 millones de usuarios, más de 300 empleados y una valoración de la compañía superior a los 1.000 millones de dólares.
AIRBNB
Airbnb comenzó siendo una startup en 2008 cuya idea surgió de la necesidad de sus fundadores, Brian Chesky y Joe Gebbia, de pagar el alquiler de su vivienda alquilando a su vez el salón como alojamiento. Nació así la plataforma digital que conectaba propietarios de viviendas con viajeros y turistas ocasionales. A día de hoy Airbnb tiene presencia en más de 65.000 ciudades en todo el mundo, más de 3 millones de alojamientos, revolucionando el sector de alojamiento turístico, y una valoración superior a los 31.000 millones de dólares.
SPOTIFY
Spotify nació en 2008 como una startup sueca de dos amigos apasionados por la tecnología y la música, Daniel Ek y Martin Lorentzon, creando la primera versión de Spotify con el objetivo de que la gente pudiera escuchar música online como quiera y donde quiera, ofreciendo la entrada solo por invitación para disfrutar la aplicación de forma gratuita.
En la actualidad esta plataforma de música cuenta con un catálogo de más de 30 millones de canciones, presencia en 65 países más de 157 millones de usuarios y una valoración cercana a los 20.000 millones de dólares.
XIAOMI
Esta conocida compañía china nació en 2011 dedicada al diseño, desarrollo y venta de smartphones, apps y otros productos electrónicos. En solo dos años esta empresa consiguió convertir uno de sus modelos (el Xiaomi Mi2S) en el móvil más popular de China, por encima del Samsung Galaxy S4 y el iPhone 5 de Apple, basándose en su estrategia de ofrecer un producto competitivo y más barato que el de sus competidores. En la actualidad esta compañía ocupa el tercer puesto entre los fabricantes de móviles a nivel mundial y en 2015 alcanzó una valoración de más de 45.000 millones de dólares.
También en España tenemos casos de proyectos y startups que se han convertido en grandes empresas desarrollando el talento emprendedor local. En este sentido podemos destacar casos como:
Cabify nació en 2011 de la mano de sus fundadores, Sam Lown, Vicente Pascual y Juan de Antonio, para cubrir la necesidad de que cualquier persona pudiera solicitar un vehículo con chófer con licencia a través de su móvil o de la web. A día de hoy están presentes en 12 países y su valoración actual es de 1.400 millones de dólares.
WALLAPOP
Esta startup nació en 2013 de la mano de Agustín Gómez , Gerard Olivé (fundador de BeRepublic) y Miguel Vicente (fundador de LetsBonus) con la intención de reinventar el negocio de los anuncios clasificados y digitalizarlo llevándolo al dispositivo móvil.
En la actualidad Wallapop es la aplicación de anuncios de segunda mano más visitada en nuestro país, cuenta con más de 40 millones de usuarios, más de 100 millones de productos en catálogo, y una valoración por encima de los 560 millones de euros.
HAWKERS
En 2013, con 300 euros de inversión y desde Elche (Alicante), Álex Moreno, Iñaki Soriano, Pablo Sánchez y David Moreno comenzaron a distribuir en España gafas de la marca estadounidense Knockaround que compraban directamente en el ecommerce de la firma, fundando posteriormente Hawkers para revolucionar el mercado de las gafas de sol. Presente en varios países cuenta con una valoración actual superior a los 200 millones de euros.
GLOVO
Esta startup, fundada en 2015 por Óscar Pierre y Sacha Michaud, nació con la misión de convertirse en la plataforma de referencia de mensajería y recadería interurbana basada en la economía colaborativa. La plataforma está presente en 10 países entre Europa y Latinoamérica y su valoración actual supera los 250 millones de euros.
JOB&TALENT
La startup fundada por Juan Urdiales y Felipe Navío en 2009 para revolucionar el entorno de los portales de búsqueda de empleo en España, cuenta con más de 10 millones de usuarios en todo el mundo fruto de su estrategia de expansión y más de 150.000 clientes-empresa.
FINTONIC
Como último caso de startup nacional vamos a destacar a esta empresa fundada en 2012 por Marcos Icardo, Aitor Chinchetru, Lupina Iturriaga y Sergio Chalbaud, que ya ha recibido 3 rondas de inversión, y que quiere revolucionar la forma en que gestionamos y controlamos nuestras finanzas personales. Actualmente cuenta con más de 400.000 clientes y su facturación ronda los 300.000 euros.
Esta startup recibió el premio Start Ups Innovación Móvil 2015 de la mano de Google, y opera en Chile y España, con planes de expansión a corto plazo.
En resumen, el ecosistema emprendedor y el mundo de las startups han permitido en los últimos años crear y desarrollar nuevos modelos de negocio, nuevos proyectos e innovaciones que, por un lado, han revolucionado segmentos e industrias existentes, y por otro, han creado mercados y negocios inexistentes hasta ese momento dando un nuevo giro al sistema y a la literatura empresarial, teniendo que revisar en muchos casos la regulación y la normativa para dichos sectores.