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Benchmarking o por qué aprender de la competencia y de nosotros mismos

Redactora (La Habana-Cuba)

Aprender siempre, de ti mismo y de la competencia, es la clave central del Benchmarking, esa práctica o estrategia, a veces olvidada, que te permitirá identificar oportunidades de mejora y aprender de las mejores prácticas de la industria.

Estudiar a fondo tu organización y a la competencia, no solo para detectar sus puntos débiles sino para reconocer también sus virtudes y buenas prácticas, puede convertirse en una ventaja competitiva que te aúpe al éxito.

No olvides aquello que escribió Sun Tzu, en el El arte de la guerra: “si conoces a tu enemigo y te conoces a ti mismo, no deberías temer el resultado de mil batallas. Si te conoces a ti mismo, pero no a tu enemigo, por cada batalla que ganes sufrirás una derrota”.

De eso y de mucho más, va el Benchmarking, que no es más que comparar y medir el rendimiento, las prácticas y los estándares de una organización con respecto a los mejores desempeños de otras referencias del mercado. En otras palabras: conócete y conoce al otro, pero también, aprende qué estás haciendo bien para hacerlo escalable y toma de los demás lo mejor, para seguir creciendo.

Hay varios tipos de benchmarking:

-Interno (comparación dentro de la misma organización).

-Competitivo (comparación con competidores directos).

-Benchmarking funcional (comparación de funciones específicas).

No deseches nada, pues todo puede servir como fuente de información: desde estudios de mercado, datos financieros, hasta análisis de procesos.

Para desarrollar esta “evaluación comparativa” hay que mirar dos aspectos fundamentales: un punto de referencia o benchmark adecuado (contra qué vamos a comparar) y un sistema o medio para medir de manera objetiva los objetivos, actividades y resultados.

Primero, define tu patrón de comparación, que son las buenas prácticas -otro concepto relativo que implica un buen debate- y estándares de excelencia que identifiques en tu industria o mercado. Tampoco olvides mirar hacia otros campos, pues donde menos esperas hay ejemplos de ideas relevantes o soluciones para extrapolar.

Ten claro que el Benchmarking es un proceso sistemático que implica identificar a los líderes del mercado, establecer criterios de comparación, recopilar datos, analizar resultados y tomar medidas para mejorar.

No olvides dejar bien establecidos los parámetros y aspectos con los que te vas a “mirar en el espejo” en busca de detectar qué estamos haciendo mal y qué podemos incorporar. Recuerda que no se trata de solo “estudiar” a la competencia, sino de aprender y adaptar, creativamente y con seriedad, esas buenas prácticas.

Nuestro objetivo debe ser el comprender cómo otras organizaciones o productos llegan a esos altos niveles de rendimiento y eficiencia, para hacer lo mismo con nuestra empresa o compañía.

El Benchmarking es solo una parte muy importante de algo que deberíamos hacer siempre para no quedarnos desfasados: mejorar continuamente y aprender de lo interno y lo externo. Dicho esto, es una herramienta que no debe faltar en una “organización inteligente”.

Como toda práctica que introduzcas en tu negocio puede conllevar desventajas -implica gastos de aplicación y hay quienes pueden señalar una pérdida de identidad-, pero son más los beneficios como para renunciar a esta.

Si buscas razones de por qué realizar este proceso, hay muchas: identificar mejores prácticas, mejorar el rendimiento, innovar y adaptarte, y tener una visión estratégica. Finalmente, la más importante: convertir el estudio continuo y el aprendizaje en una real ventaja competitiva.

Redactora (La Habana-Cuba)
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