Soy una mujer emprendedora porque, en un momento determinado de mi vida, consideré que poner en marcha mi propio negocio era el camino que se abría ante mí desde el punto de vista profesional. El hecho de haber sido una de las personas afectadas en un ERTE de la empresa en la que trabajaba me llevó a reconsiderar mi futuro. En el desempeño de mi trabajo había entrado en contacto con el ecosistema de las startups, que hace diez años empezaba a tomar fuerza en España. Y me gustaba. Creía que estas empresas incipientes tenían grandes necesidades de comunicación, de darse a conocer, de hacerse visibles en la sociedad y en el mercado. Y pensé: ¿por qué no crear una agencia de comunicación especializada en startups y adaptada a sus necesidades reales?
Para las grandes agencias de comunicación multinacionales, una empresa recién nacida y diminuta no es un bocado apetitoso. Además, las tarifas de esas grandes agencias son inalcanzables para las pequeñas startups. Necesitan un socio que sea capaz de adaptarse y entender sus particularidades, y que se comprometa con perseverancia, mucho cariño y dedicación a proporcionarles la visibilidad que necesitan. Así fue como surgió ComBoca.
Soy una mujer emprendedora, sí. Pero si las circunstancias en mi trabajo anterior no se hubieran dado posiblemente no habría tomado este camino. Hasta ese momento no me había planteado tener mi propia empresa; fue más bien una alternativa profesional que en un momento determinado quise tener en cuenta. Me aventuré, me gustó y hoy puedo admitir que hoy estoy muy satisfecha de haberlo intentado. Lo haría de nuevo sin dudar y, además, lo recomiendo.
Con todo esto quiero explicar que para ser emprendedora no hace falta tener una idea rompedora, ni tener “madera de empresaria”, ni tampoco, dependiendo del tipo de negocio que se vaya a poner en marcha, un elevado patrimonio. En mi caso, la capitalización del subsidio de desempleo fue suficiente para arrancar, ya que la pequeña agencia de comunicación, inicialmente formada solo por mi, no exigía un gran desembolso.
Lo que sí es importante es tener ganas, superar el miedo y confiar en ti misma. Creer en tu capacidad y tener una visión clara de cómo quieres conseguirlo. Es cierto que es importante reflexionar y considerar que la idea de negocio que tienes en la cabeza es viable, que te vaya a permitir, al menos como objetivo inicial, ganarte la vida. Luego ya, cuando esté rodando, podrás hacerla crecer.
El 19 de noviembre es el Día Internacional de la Mujer Emprendedora, y es una oportunidad fantástica para recordar que el emprendimiento es una forma más de trabajo al alcance de cualquier persona que esté convencida de querer intentarlo. No tienes que ser una ejecutiva agresiva, ni querer inventar la rueda. Basta con ser una mujer con iniciativa y con ganas de hacer las cosas bien.
Lo que no se sabe desde el principio, se puede aprender con el tiempo. En Internet hay gran cantidad de páginas donde encontrar información valiosa y buenas ideas que pueden servir de inspiración. Puedes pedir consejos a las personas de tu alrededor, buscar apoyo externo para la gestión administrativa. Pero, lo realmente fundamental para crecer y consolidar tu negocio es contar con un buen equipo. En mi experiencia, este ha sido el factor clave para avanzar en el camino hacia el éxito. Rodearte de buenas personas que también sean buenos profesionales y lograr crear un clima de trabajo amable, colaborativo y motivador es fundamental. Todo ello nos ha permitido remar juntos en la misma dirección, con la misma dedicación que damos a nuestros clientes a diario.
Otro aspecto que para mí ha sido esencial es el networking. Lo que viene siendo el “tirar de agenda” de toda la vida, sobre todo a la hora de empezar. E ir abriéndote camino a partir de ahí. El primer cliente es tal vez alguien de tu entorno, alguien que ya conoces, y el primer trabajo que consigues no es tampoco un gran proyecto. Pero una cosa lleva a la otra, un trabajo bien hecho consigue una buena recomendación, ese cliente te pone en contacto con otro que busca agencia de comunicación… Y así, cuando te das cuenta, ves que el negocio va creciendo y necesitas más manos para sacarlo adelante.
Sí, soy una mujer emprendedora. Pero en realidad, soy una profesional como tú, que un día decidí salir del camino marcado y buscar mi propio rumbo. Como dice el refrán, cuando una puerta se cierra se abre una ventana. Hoy, puedo afirmar que me siento feliz de haber iniciado este camino y que espero que sea muy largo. Y que mi equipo, por supuesto, me acompañe.
Nuria Rabadán es directora de ComBoca