En España hay talento. Hay ingenio, ganas de innovar, buenas ideas. Y hay mucha gente joven con ganas de cambiar la forma de hacer las cosas, de utilizar el potencial de la tecnología para resolver problemas o proponer nuevas herramientas que aumenten nuestras posibilidades o mejoren nuestra calidad de vida. Según datos del Spanish Tech Ecosystem, nuestro país es el cuarto de Europa por número de emprendedores, por detrás de Reino Unido, Francia y Alemania.
Asimismo, un estudio de PwC nos coloca en esa misma posición, y en ese orden, en cuanto al número de startups, asegurando que existen 11.000 empresas de base tecnológica que dan empleo a 140.000 personas. Si dividimos, nos sale una media de 12 o 13 empleados por startup. Es decir, al igual que el grueso del tejido empresarial español, la mayoría son microempresas con equipos muy pequeños, pero que quieren hacer cosas grandes.
Quieren mostrarse a la sociedad, dar a conocer su producto o servicio innovador y demostrar el valor que aporta y captar clientes. Pero también buscan que se les tenga en cuenta en el panorama empresarial y llegar a ser partners de grandes compañías. Necesitan conseguir inversores que apuesten por su proyecto y les apoyen en su camino de crecimiento. Y, en última instancia, desean alcanzar la solidez y solvencia necesarias para consolidarse, escalar a otros mercados y convertirse en un referente en su sector.
Por supuesto, para cumplir estos objetivos hace falta una buena idea y una adecuada estrategia de negocio, contar con un equipo preparado, llevar a cabo una gestión eficaz, dedicar mucho trabajo y esfuerzo y, por qué no, también buenos contactos y un puñadito de suerte. Pero hay un ingrediente que sirve para reforzar todos esos elementos, y es la Comunicación, que ayuda a ganar visibilidad, a reforzar el reconocimiento de marca, y a posicionar a la compañía en el mercado y dentro del ecosistema de startups e inversores.
Muchas veces la Comunicación se confunde con el Marketing, pues en algunos puntos su frontera puede ser difusa. Pero es importante tener claros los objetivos principales de cada una. El Marketing está orientado a conversión, la inversión en esta área pretende conseguir nuevos usuarios, descargas de la app, clics en determinados contenidos… Por eso, el retorno de la inversión en Marketing puede analizarse de forma inmediata.
Sin embargo, la Comunicación es un intangible, es una apuesta reputacional y de posicionamiento a medio plazo. Una carrera de fondo. Es cierto que se utiliza para acciones puntuales, para dar a conocer el lanzamiento de un nuevo servicio, el cierre de una ronda de financiación, la llegada a un nuevo mercado… Pero donde realmente aporta valor la estrategia de comunicación es en la continuidad.
Y eso se traduce en un trabajo de ‘pico y pala’, de conocer a los periodistas, de buscar los enfoques y las historias de la compañía que les atraigan y les aporten contenido de calidad. Porque, inevitablemente, dependemos de su decisión final para salir en los medios de comunicación y conseguir la ansiada visibilidad. Por eso no es fácil pedir a una agencia de comunicación que estime por adelantado cuántas apariciones en medios va a conseguir en un mes. Y tampoco la cantidad es siempre el objetivo prioritario: muchas veces es más importante conseguir esa entrevista o ese reportaje en ese medio de referencia.
La buena estrategia de comunicación es la que está alineada con la estrategia de negocio y es capaz de pivotar al mismo tiempo que lo hace la propia startup, acompañándola en sus principales objetivos y ayudándola a conseguirlos. Pero al no convertir de forma directa, al no poder calcularse fácilmente el ROI a corto plazo, no todas las empresas llegan a comprender la importancia de la Comunicación.
De hecho, cuando económicamente las cosas no van del todo bien, en muchos casos suele ser una de las primeras partidas que se empiezan a eliminar. Por el contrario, hay otras startups que cuando se ven en la obligación de recortar gastos e ir hacia una política de mínimos, se apoyan aún más en la Comunicación para que les ayude a mantener una imagen atractiva y confiable mientras tratan de que las cosas vuelvan de nuevo a fluir de forma positiva.
Sin duda, cada startup es un mundo. Las circunstancias de cada una son diferentes, pero todas comparten una serie de objetivos y necesidades: seguir adelante, que se sepa que están ahí, que se ponga en valor su propuesta, encontrar financiación para poder avanzar… Que si un potencial usuario, cliente o inversor busca sobre ella en Internet, encuentre contenido de calidad, información de interés, una historia digital sólida y veraz construida en torno a su marca.
Si esto es importante cuando el proyecto va como un tiro, lo es todavía más cuando necesita desesperadamente un empujón. Y esto, que es justo en lo que se focaliza una agencia de comunicación como la nuestra, solo se consigue con mimo, con dedicación y con personalización.