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El síndrome de la enfermedad ajena

Durante estos meses de pandemia global y duras restricciones en nuestro día a día, ha sobresalido la capacidad de adaptación que tiene el ser humano para superar situaciones complejas.  Lo hemos hecho porque hemos sido capaces de sacar partido al momento que nos ha tocado vivir. Hemos aprovechado para mirar hacia dentro y buscar aquello que nos permitía sacar a relucir nuestra mejor versión. Nos hemos conjurado como Equipo concienciándonos del objetivo que entre todos queríamos y debíamos alcanzar.

Cursos, deporte, cocina, adquisición de nuevas habilidades, tecnología, manualidades, lectura, películas y series, altruismo…  cada uno a lo suyo. Cada uno a sumergirse en sus intereses y motivaciones para conseguir sus propósitos. ¡Y lo hemos conseguido! Hemos logrado adquirir nuevos conocimientos, estar más saludables, comer pan casero, potenciar nuestras habilidades blandas, manejar los dispositivos tecnológicos de la manera más eficiente para sacarles un mayor partido, crear elementos decorativos para casa, leído los libros pendientes, consumido cine y series de manera voraz… ¿Y ahora qué? ¿Qué nos depara el futuro?

¡Ahora toca seguir! Capitalizar lo aprendido es clave. NO abandonarlo. Seguir potenciándolo. Seguir profundizando. No caer en lo que yo llamo el síndrome de la enfermedad ajena. Vaya por delante que no soy psicólogo y pido disculpas por si cometo alguna tropelía en mis argumentaciones. También quiero pedir disculpas, de antemano, por mi atrevimiento a la hora de poner nombre a la situación que describiré a continuación.

¿Qué es para mí el síndrome de la enfermedad ajena? Cuando me refiero al síndrome de la enfermedad ajena, me estoy refiriendo a esa acción reflejo que se produce en uno mismo, tras haber recibido la noticia de que alguna persona cercana, normalmente un amigo, un familiar o un compañero de trabajo íntimo, ha sido diagnosticado con una enfermedad grave. El shock inicial provocado por la noticia, normalmente, nos lleva a revisar nuestros hábitos de vida y, en el caso de encontrar alguna oportunidad de mejora, nos apremia a ponernos manos a la obra para revertir la situación. Vamos con un ejemplo representativo de lo que quiero decir. Imagina que eres fumador y recibes la noticia de que un amigo ha sido diagnosticado de cáncer de pulmón, en este caso la acción-reflejo casi instantánea, tras haber sido impactado por la noticia, es rápidamente tratar de dejar de fumar. El resultado de la noticia nos causa un duro impacto y llevándonos a actuar rápidamente al ver que nosotros podríamos ser los siguientes en sufrirlo.

Pero si has experimentado esta sensación, también es muy probable que hayas experimentado la situación posterior a la reacción inmediata de dejar de fumar tras haber recibido el impacto de la noticia. Es posible que, pasados unos días, semanas o meses, hayas vuelto a fumar. Y es que, pasado un tiempo, la sensación de peligro se diluye, integramos y normalizamos la situación que nos causó el impacto y, por consiguiente, nuestro cerebro da luz verde al restablecimiento del statu quo anterior porque todo está yendo bien, todo está como antes. Relajación y, con toda probabilidad, abandono de la lucha iniciada contra el hábito que pretendíamos vencer.

Y esto que nos pasa en nuestro entorno más privado, también puede acabar pasando con todo lo que hemos incorporado, a nuestro día a día, en respuesta a la compleja situación provocada por la pandemia. ¡No decaigas y sigue con todo lo que has incorporado y te ha ido bien! Lo que no ha funcionado, obviamente, puedes eliminarlo. En el mundo empresarial puede pasar lo mismo. Hemos adquirido muchos y muy buenos hábitos en muchos aspectos y, ahora que estamos en una fase final de la pandemia, no debemos dejar de profundizar en ellos. Pero… ¿Cuáles son estos avances que nos ha permitido acelerar la COVID-19 en las empresas españolas? En mi opinión estos son algunos de los que yo he identificado:

Acceso al teletrabajo. Si bien es cierto que, en muchos casos, el trabajo en remoto ha sido una manera de salvar la situación provocada por la pandemia, también es cierto que, ahora que ya vamos dejando de lado los momentos más complicados de la misma, los profesionales de las organizaciones españolas piden profundizar en esta medida que nos puede aportar mayor flexibilidad, mayor capacidad de conciliación, generar mayores eficiencias, aumentar nuestro dinero disponible gracias a la reducción de los gastos por desplazamiento… Hemos hecho un piloto muy solvente y, en la mayoría de los casos, ha funcionado bien. Sigamos explorando.

Intensificación de la comunicación. Cuando los Equipos han estado más dispersos que nunca y la compleja situación vivida nos ha llevado a un estado de recurrente ansiedad, hemos necesitado aumentar el nivel e intensidad de nuestra comunicación más que nunca. ¡Y lo hemos hecho! Videoconferencias, eventos online, espacios de comunicación con dirección, updates periódicos… Cada uno a su nivel y cada uno con los recursos disponibles. No nos podemos permitir bajar el nivel ahora.

Acercamiento de la alta Dirección. Este punto, que para mí es muy importante, puede ser consecuencia directa del punto anterior y es clave para alinear a los Equipos y mantenerlos enganchados a un proyecto organizacional que, ahora más que nunca, va a necesitar del apoyo de todas las personas de la organización. Los próximos meses son muy importantes para la recuperación.

Aceleración de la digitalización. Nos hemos dado cuenta de que lo corporativo va más allá de las cuatro paredes de una empresa. La interacción profesional y las conversaciones en diferentes miembros de la organización sucede, de manera natural, anytime & anywhere. Por este motivo, es necesario seguir explorando en herramientas digitales que maximicen nuestra productividad siendo 100% Tenemos un enorme reto por delante.

Pensamiento creativo. No han valido las respuestas de siempre en un contexto único como el que hemos vivido y, a pesar de las dificultades, hemos podido presentar novedades en múltiples ámbitos, en interno y en externo, para comunicarnos, para trabajar, para mantener el negocio vivo, para sacar partido de una situación compleja, para generar eficiencias… Sigamos pensando de manera creativa, fuera de la caja, con la mirada puesta en el desarrollo de nuestro negocio desde un punto de vista innovador.

Y entre todo lo descrito anteriormente, una cuestión sobresale por encima de todas las demás. Poner a las personas en el centro de todas las políticas, iniciativas y proyectos empresariales es lo que nos dará la clara ventaja competitiva que necesitamos, a nivel interno y externo.

Fidelizar el talento.

Aumentar el compromiso con el proyecto empresarial.

Incrementar los niveles de bienestar de los empleados.

Impactar positivamente en el clima laboral de la organización.

Subir los niveles de productividad.

Reducir el absentismo

Reducir la rotación del talento clave.

Mayor identificación con nuestra marca y nuestra propuesta.

Impacto en los públicos clave.

Viralización de nuestro mensaje.

Mejora de nuestra imagen.

En definitiva, poner a las personas en el centro de nuestras decisiones como organización, a nivel interno y externo, nos da la posibilidad de crecer más, de ganar más. ¡Lo tenemos clarísimo!

No nos podemos permitir retroceder ni uno de los pasos avanzados durante esta etapa. Que no nos afecte el síndrome de la enfermedad ajena y mantengamos en nuestro haber tantas buenas cosas que hemos logrado activar.

Adiós COVID y que se queden todas las iniciativas que nos han ayudado a sobrellevar esta situación tan difícil.

“Somos lo que hacemos repetidamente. La excelencia, entonces, no es un acto, es un hábito”. Aristóteles.

¡Seamos excelentes!

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