Austin Powers lo llamaba el “mojo”, un famosísimo programa de televisión de nuevos talentos lo denominó “Factor X” y tú… ¿cómo llamas a tu factor diferencial?
Ahora que nos vamos conociendo sabrás que, a menudo, establezco paralelismos entre el mundo del marketing y el de los recursos humanos. Sobre todo porque creo que ambas disciplinas están muy cerca, más de lo que antaño parecían estar. Hoy en día, el departamento de personas por excelencia pone en práctica muchas de las técnicas que el marketing, durante años, ha venido usando para diferenciar los productos que vendía en un mercado saturado de mensajes comerciales. En el caso de los Recursos Humanos, el objetivo de usar estas técnicas no es otro que el de la posibilidad de tener acceso a los mejores perfiles, a los mejores profesionales, en definitiva, al mejor talento del mercado.
Entonces, si es cierto que las empresas están inmersas en una lucha sin cuartel por la obtención del profesional que le aportará el plus que estaba buscando para materializar sus proyectos, también es cierto que nosotros, como profesionales, debemos ser capaces de dar la mayor visibilidad posible a nuestras fortalezas personales especiales. Pero… ¿somos capaces de identificar los aspectos que nos hacen diferentes? ¿Somos capaces de verbalizar aquello que nos convierte en un “producto” atractivo para nuestros “clientes” (empresas)? ¿Tenemos clara la ventaja competitiva que podemos aportar para ser los elegidos en un mercado, en muchas ocasiones, saturado de candidatos?
Solamente existe una respuesta posible y esta tiene que ser “¡SÍ!” aunque la realidad, en muchas ocasiones, nos dice lo contrario. La prudencia nos ha habituado a ser comedidos en el traslado de nuestras fortalezas, no solemos pregonar la cantidad de cosas que hacemos bien y, a veces, nos sentimos más cómodos compartiendo nuestras debilidades a pesar de que no nos las hayan pedido. Ha llegado el momento de decir ¡BASTA!
Cuando se trata de productos, el marketing diseña una estrategia diferenciadora que hace emerger la cualidad singular, la ventaja competitiva definitiva que hace que el consumidor se acabe decidiendo por un producto y no por otro de la competencia. Cuando se trata de talento, de nuestro talento, debemos ser capaces de diseñar una propuesta de valor única que nos permita posicionar nuestra candidatura como la de más alto valor para la posición que la empresa está buscando cubrir. Otra vez el marketing y los recursos humanos bebiendo de las mismas fuentes.
Y si tengo que diseñar una buena propuesta de valor única… ¿cómo lo debo hacer?
“yomimeconmigo” o establecer un proceso de reflexión individual para tomar consciencia de mis puntos fuertes. Parar para permitir que aquello que sabes hacer muy bien, aflore. En muchas ocasiones no somos conscientes del valor que somos capaces de aportar.
“dimetú”: después, solamente después, de haber realizado el primer paso, que es obligatorio, pide a alguien de tu confianza que te dé feedback acerca de las fortalezas que identifica en ti.
Benchmark: mira a tu alrededor, presta atención a los profesionales que compiten contigo en tu mismo ámbito laboral. ¿Entre las fortalezas que has detectado, existe alguna que te diferencia de ellos? ¿Hay algo que ofreces que no es común en tu sector de actividad profesional? ¡Identifícalo! ¡Esta puede ser tu ventaja competitiva!
¡A crear!: cuando lo tengas claro, explica de qué va tu producto, qué es lo que te hace diferente, de manera que la propuesta de valor única que crees sea capaz de transmitir tu valor real y exclusivo.
Rastreator: Debes tener muy claro a quién va dirigida tu propuesta, por este motivo, rastrea las ofertas de trabajo a las que puedes aplicar y estudia cuáles son los requisitos comunes que piden las empresas. Si alguna de las ofertas te interesa, sumérgete en la cultura corporativa de la organización y hazte la pregunta; ¿casa conmigo? ¿con mis valores? Si es así… construye un mensaje simple y fácil de comunicar que permita a tu interlocutor reconocer rápidamente la propuesta de valor única que ofreces al mercado.
El momento de la verdad: tienes claro el mensaje, tu propuesta de valor única está construida y te sientes cómodo con ella aun así… ¡no dudes en adaptarla en función de tu audiencia! La propuesta de valor única es sólida y estable pero no debe ser estática, es capaz de adaptarse perfectamente para que podamos extraer el mayor beneficio cuando tengamos que recurrir a ella.
¡Ponle emoción! No olvides que las personas somos seres emocionales así que pon un poco de sentimiento en tu propuesta de valor única para conectar con tu interlocutor y… ¡A triunfar!
Encontrar una propuesta de valor única que te permita destacar en el mercado laboral puede no ser fácil pero… ¡No es imposible! Permítete un tiempo para la reflexión individual y piensa en todo lo que eres capaz de hacer aportando un valor único y diferencial. ¡Estoy seguro que eres capaz de encontrar muchas cosas!
Para acabar este artículo quiero compartir contigo una frase del escritor turco Mehmet Murat ildan que dice:
“Sé diferente para que la gente te pueda ver con claridad entre la multitud”.