En el ecosistema de emprendimiento la financiación es un elemento crucial que no se puede pasar por alto. Contar con el dinero suficiente para hacer frente a los gastos que conlleva poner en marcha un proyecto y hacerlo crecer es imprescindible para asegurar su éxito. Nuestro planteamiento es recomendar siempre a las startups que se financien para el escenario más pesimista. Es decir, que maximicen la financiación alternativa para garantizar su supervivencia.
Sin embargo, no todas las startups tienen acceso a la financiación clásica, como el capital riesgo o los préstamos bancarios, por lo que cada vez más emprendedores recurren a la financiación alternativa. Pero, ¿Qué es esto exactamente? ¿A qué fuentes pueden acudir en busca de capital? Hagamos un repaso por las más importantes.
Financiación pública: es una de las opciones más comunes de financiación alternativa en el ecosistema startup. Sin embargo, aunque las opciones son muchas y variadas, conseguirla no siempre es fácil, debido a los requisitos que se exigen y al largo proceso de solicitud. Es por ello que nuestra recomendación es no hacer de este tipo de financiación la base del plan de negocio de una startup. No obstante, siempre es recomendable contar con la ayuda de un consultor financiero para informarse de todas las ayudas públicas disponibles y saber sus condiciones.
Financiación bancaria: es una de las alternativas de financiación más fáciles de conseguir si a la startup le van las cosas bien y puede ofrecer garantías. La solicitud no es compleja y se basa fundamentalmente en información contable y fiscal, aunque el proceso de evaluación puede tardar varios meses. Los tipos de interés suelen ser baratos, por lo que nuestro consejo, en este caso, es maximizar el proceso y lanzar solicitudes en paralelo justo después de cerrar una ronda.
Venture debt: es una forma de financiación intermedia entre la deuda y el equity que ofrece un componente de préstamo "normal" a la empresa, al que añade un componente de participación en determinadas condiciones. Las operaciones pueden tardar en cerrarse, los contratos suelen ser complejos y las combinaciones de cláusulas no siempre son fáciles de entender. Por ello, lo más apropiado es estudiar el venture debt después de la serie A y para empresas con ingresos estables y rentabilidad realizable.
Revenue based funding: este modelo está en auge en los últimos tiempos . También conocido como “capital as a service”, consiste en que el inversor presta una cantidad de dinero a la startup y, a cambio, recibe un porcentaje de sus ingresos hasta que se devuelve un múltiplo del dinero prestado. Este modelo híbrido no tiene una cuota, plazo ni interés definido, y la empresa paga periódicamente en función de sus ingresos. Aunque es difícil determinar si es una financiación cara o barata, el coste de capital dependerá de la cantidad recibida.
Capchase: es otra opción de financiación alternativa que está creciendo. Financia principalmente a negocios de software de pago por uso (SaaS) con ingresos recurrentes, adelantando los flujos de caja que la empresa espera en el futuro. Aunque tiene un interés alto, este sistema es muy predecible y permite hacer nuevas solicitudes de préstamo, manteniendo siempre una línea de crédito proporcional a los ingresos de la empresa.
Estamos en un momento más complejo para el venture capital que el que había en los años previos. Por eso, conocer a fondo todas estas opciones es fundamental, como lo es buscar el asesoramiento de un experto financiero para que nos guíe hacia aquellas que mejor se adapten a nuestro negocio y circunstancias. Con la financiación adecuada, las startups pueden asegurar su continuidad y alcanzar sus objetivos de mercado.