Por Redacción - Ago 2, 2021
En el mundo empresarial es esencial ser capaces de identificar tendencias de consumo o de negocio que han llegado para quedarse, para saber adaptarse a lo que la realidad y la sociedad está demandando y demandará en el futuro. Algunos visionarios consiguen anticiparse a ellas y convertirse en pioneros, o en creadores de tendencias, aunque tal vez en una primera fase no encuentren los apoyos o la comprensión suficiente hacia algo que ellos ven tan claro, y más tarde el tiempo les dé la razón. Pero sin duda, hay realidades aplastantes que ningún empresario o emprendedor puede obviar si quiere tener éxito y hacer crecer su negocio.
El autor de este artículo es Miguel Camiña, CEO y cofundador de Micappital
Una de esas tendencias que ya no es futuro, sino presente, es la sostenibilidad. Por imperativo, porque nos estamos cargando el planeta y, como asegura el conocido claim, “there is no Planet B”, empresas, particulares y todo tipo de organizaciones nos hemos ido concienciando de la necesidad de cambiar ciertos hábitos e incorporar determinadas prioridades a nuestras vidas y nuestros procesos.
Hay mucho por hacer, y la tecnología es una gran aliada de la sostenibilidad, para desarrollar innovaciones que nos ayuden a reducir nuestro impacto ambiental, a favorecer un consumo más responsable, a producir nuestra propia energía limpia, a medir y poder compensar nuestra huella de carbono… Los emprendedores lo saben, y son muchas, muchísimas, las startups que nacen con esas mimbres, con el objetivo de ofrecer a la sociedad y a otras empresas herramientas con las que contribuir a mejorar el mundo en que vivimos a través de la innovación.
Para guiarnos en el camino hacia la sostenibilidad, Naciones Unidas se ha encargado de proporcionarnos una hoja de ruta, como un libro de cabecera que todas las noches debiéramos leer antes de acostarnos para tenerlo presente: los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Son 17, y recogen todos los grandes retos globales que tenemos que alcanzar antes de que sea demasiado tarde, con una fecha clave en nuestro horizonte: el año 2030 (no queda tanto…).
Esos desafíos no solo están relacionados con el medio ambiente; los ODS también recogen aspectos sociales y de buen gobierno, como eliminar el hambre y todo tipo de desigualdades, garantizar que todos los ciudadanos del mundo tengamos derecho a unos servicios esenciales de calidad en materia de salud, educación o acceso a agua potable, o acabar con la pobreza y dar oportunidades de desarrollo económico a todas las personas y los países.
Hacen falta grandes sumas de dinero para conseguir hacer realidad estos objetivos. Mucho más de lo que se está destinando ahora. Se calcula que sería necesario invertir unos 6 billones de dólares cada año hasta 2030, y los gobiernos solos no pueden: necesitan la ayuda del sistema financiero.
Así es como nace la inversión sostenible o de impacto, aquella en la que los activos se invierten en fondos que están apoyando a empresas y proyectos que persiguen un impacto positivo en cualquiera de esos grandes retos globales. Y por supuesto, como toda actividad inversora, también busca la rentabilidad de esos activos.
En Micappital tal vez no seamos visionarios, pero sí tenemos claro que este tipo de inversión crecerá en los próximos años de forma exponencial. Y sí hemos sido pioneros en lanzar el primer servicio de asesoramiento financiero en inversión de impacto de España, Micappital ECO. Se trata de hacer que esta modalidad de inversión deje de ser algo exclusivo de los grandes patrimonios y que esté al alcance de cualquiera; que cualquier persona, desde una pequeña cantidad, tenga acceso al asesoramiento adecuado para poner su dinero a funcionar y, con él, estar contribuyendo a un futuro más sostenible mientras obtiene rentabilidad de sus ahorros.
La inversión de impacto es una herramienta más, y realmente muy valiosa, para todas aquellas empresas y startups que han convertido la sostenibilidad en una prioridad para su negocio. Por eso, algunas compañías están ofreciendo ya a sus empleados un plan de inversión sostenible a medida, de manera que cada persona del equipo, además de su talento, también pueda poner una parte de sus ahorros al servicio del planeta. Cada persona puede elegir el sector (alineados con los ODS de la ONU) en el que desea invertir su dinero, y gracias a la tecnología es posible monitorizar el impacto real que con él está consiguiendo.
De este modo, si se suma el impacto generado por todos sus trabajadores, la empresa está consiguiendo amplificar su contribución al desarrollo sostenible, y al mismo tiempo, dotando a sus equipos de una herramienta que les ayuda a planificar económicamente su futuro a largo plazo.