El proceso de fusión entre Caixabank y Bankia admite una pluralidad de análisis en función de donde situemos el foco. El proyecto de unión ocupa y preocupa a distintos sectores tanto desde el punto de vista macro como microeconómico.
Las repercusiones directas e inmediatas respecto al sistema financiero tendrán más pronto que tarde una palpable incidencia respecto a la macroeconomía española y de la europea, en especial en el área euromonetaria.
Desde hace meses asistimos al "amor" por la fusión de entidades financieras nacionales y/o transfronterizas en estos tiempos de "pandemia".
Voces autorizadas del Banco Central Europeo llevan tiempo abogando por acometer una rápida y urgente consolidación de entidades financieras europeas. Ésta se justifica por la necesidad de afrontar los problemas de rentabilidad que se arrastran desde el cierre en falso, y de elevado coste para la economía nacional, de la última gran crisis financiera.
La incertidumbre derivada del Covid-19 ha acrecentado la necesidad de realizar ajustes y reducir el exceso de capacidad del sistema financiero europeo en su conjunto. La reducción de los requisitos de capital que deben cumplir las entidades que se quieran fusionar, medida tomada por el BCE la pasada primavera, es una verdadera señal de apoyo en el rediseño del mapa bancario de la Unión Europea.
Por su parte, el Banco de España estima que puede ampliarse la reestructuración de la banca española que se produjo entre 2008 y 2018. El gobernador Hernández de Cos aseguró que hay margen para la consolidación del sector y rechazó que la misma se pueda materializar en oligopolios. Más preocupa la entrada de nuevos operadores tecnológicos que quedan fuera de la regulación financiera y son altamente operativos.
La patronal bancaria española AEB incide en los puntos débiles del sistema: la llegada de operadores que se colocan en el límite de lo regulado y la baja rentabilidad de los bancos. Respecto a este último punto, los inversores demandan un retorno de capital entre el 10 y el 12%. Antes de desatarse la actual crisis la ratio de la banca europea era del 6%, rentabilidad que según las previsiones caerá al 2% a final de año y será del 3% el próximo ejercicio.
En el ámbito microeconómico, la preocupación se centra en: posibles alteración del Fondo de Garantía de Depósitos, aspecto que considero no entrará en juego, pues sólo lo hace en caso de quiebra o problemas de liquidez a la hora de atender las solicitudes de los depositantes; cambios en las condiciones de los préstamos hipotecarios, los cuales no tienen por qué cambiar y mucho menos endurecerse para la clientela y; que la misma sufra un hipotético empeoramiento respecto a las cuentas abiertas en las entidades fusionadas.
En estas situaciones, lo mejor es acudir a los clásicos y en el campo del Derecho Mercantil el manual de referencia es el escrito por el profesor Uría a principios de los años setenta. En él se dice, "la fusión de las sociedades mercantiles es un fenómeno jurídico que se resiste a ser encerrado en un molde único".
El proceso deberá ser rápido e indoloro, justificado y argumentado por la intención de mejorar la eficiencia y la rentabilidad por la vía de la reducción de costes que facilita las economías de escala y por una mayor inversión en tecnología como defensa ante el cambiante y agresivo esquema competitivo.
En suma, todo los integrados en los grupos de interés de las entidades que acometen la integración, accionistas, clientes, empleados, proveedores y sociedad en general, deseamos que el resultado sea favorable y despeje los nubarrones que desde hace tiempo se ciñen en el horizonte financiero. Así sea.
Javier de la Nava es economista