Captura de pantalla de la conferencia de Fernando Monroy sobre financiación emprendedora.
De las tres "efes" a la financiación bancaria. Como un calendario vital, Fernando Monroy repasó este miércoles las fases de financiación que atraviesa toda startup. Monroy es presidente en Madrid de la red Keiretsu de inversores privados o Business Angels (BA). De todo cuanto dijo, queda claro que para financiar al emprendedor hace falta, ante todo, un orden de los factores. Y en este caso "sí que altera el producto".
Lo hizo durante su participación en el Ciclo de Conferencias online y gratuitas convocadas por el Grupo Educativo CEF.- UDIMA bajo el hashtag #QuédateEnCasa, con motivo de la crisis del coronavirus.
Lo primero es el plan de inversión. Es decir, antes de ver cuánto, hay que dejar claro para qué necesito el dinero. Una vez establecido, el posterior plan de financiación debe ser eminentemente "realista", comentó Monroy. Básicamente tener muy en cuenta que cuanto más escueto sea nuestro plan de inversión más factible será el modo de que nos financien. Porque unas startup es "un proyecto de muchísimo riesgo".
Por esa misma razón es por la que, de entrada, la vía bancaria tradicional no es factible. Partimos de una base con un 50% de fondos propios (incluyendo Friends, Family & Fools) y la otra mitad llegará principalmente de las subvenciones y los Instrumentos de Deuda. La primera "habría que tacharla" salvo en algún ámbito local, reconoció Monroy. Así, queda la financiación de deuda tras sobrevivir con éxito al año y medio o dos de vida. "Hay un orden: primero deuda y luego ampliación de capital de inversores privados".
"La deuda no es mala"
¿Por qué? Porque inicialmente "no es malo" tener deuda por "tres razones", señaló: Primero porque "abarata el coste medio de los recursos" que financian tu negocio, y así tus activos crearán valor exigiéndoles menos rentabilidad. Segundo porque la deuda no interfiere en la gobernanza diaria de la startup; algo que sí cambia cuando entra un inversor privado. Ese inversor querrá un porcentaje generoso de control de la empresa, equiparable al riesgo que asume. Y eso "no conviene" a largo plazo, sugirió Monroy.
La cuarta razón es que, quitando esta situación excepcional, "no hay capital equity en fases tan tempranas de una startup, "en este país al menos", defendió el experto. Entre los instrumentos de deuda, Monroy ha destacado el Microcrédito y la Sociedad de Garantías Recíprocas (a través de aval ante la firma bancaria). Se trata, en definitiva, de dinero público que entidades como ENISA, que lleva varios años "respondiendo a las características de los emprendedores", recomendó el también profesor del CEF.-
En este contexto, también ha advertido de otras métricas que indican la validez de la empresa, como las visitas o los clics. Estas "métricas de la vanidad" son "necesarias", dijo Monroy, pero "los impuestos del Estado no se pagan con clics; se pagan con caja". Además, ha aprovechado para recordar que no conviene "obsesionarse" con la financiación. "lo más importante de la startup es el negocio, los clientes, vender; cobrar", apuntó.
Si después del segundo año de vida la startup continúa con fuerza ya deberíamos tener una diferencia positiva entre ingresos y gastos. Y entonces llegan los "y si..." de crecimiento. Expansión nacional, reenfoque del producto... Lo importante es que hay clientes a los que atender, aunque el coste de la expansión no lo pueden sufragar los fundadores. Ahí es donde llega el inversor privado: los Business Angels (BA).
Foros y claves del BA
Si finalmente requerimos un inversor privado, hay que sopesar cómo encontrarlo y qué buscará en nuestra startup. El perfil en España es triple: familias, empresas y exdirectivos. Los foros de inversión suelen ser una buena forma de presentar un proyecto ante una comunidad de BA más o menos afín a tu idea. Ante todo, se trata de "un inversor financiero, con su propia cuota, flexible, temporal y en minoría accionarial (<25-30%)".
Su paso por la empresa debe servir para que esta atraviese con éxito el segundo periodo (dos a cuatro años), y su valoración sea "claramente superior" a la de la primera etapa. En general, el Business Angel busca "diversificar su patrimonio y obtener plusvalías", resaltó. Pero también valoran el hecho de entrar en equipos ambiciosos y lograr salir a venta con ellos, así como, simplemente "disfrutar" de la experiencia. Se fijarán en el equipo humano, la escalabilidad del proyecto ("los más expertos") y, entre otras cosas, el "plan de salida".
En otras palabras: el día que entra, el BA está pensando en cuánto valdrá la empresa cuando salga y quién entrará en su lugar, según desgranó el de Keiretsu. Para valorar la entrada del inversor en la empresa, hay que remontarse primero al cómo lo conocemos. Porque "no podemos esperar a quedarnos sin caja" mientras se decide la firma ante notario del inversor, explicó Monroy. Hay que moverse varios meses antes: el tiempo que tardamos en presentarnos en los foros e iniciar las negociaciones.
A partir de los cuatro años de recorrido llegan retos de altura, como crecer más, completar más funcionalidades, personal... En este punto ya sí, la financiación bancaria será factible a través de sus diversos instrumentos: préstamo, crédito, descuento, leasing, renting, confirming… "La financiación es más fácil porque la startup ya tiene cuenta y ojos".