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El big data no sirve para nada si no puedes tomar decisiones

Redactor jefe

Sede de Computerworld (Fotografías: Luis Miguel Belda)

La implantación de la Inteligencia Artificial (IA) en el día a día de la empresa es tan imparable como lo es ya la transformación digital: es un sí o sí que, sin embargo, plantea dudas acerca de su regulación, y sobre todo, de cuáles deberían ser sus límites. La profesora de la Universidad a Distancia de Madrid (UDIMA) María Aurora Martínez Rey reconoce que “va a ser muy difícil introducir una frontera sobre qué van a hacer las máquinas y qué las personas”.

El debate no ha hecho más que empezar. Martínez Rey participaba en el debate ‘Hacia el negocio inteligente’, convocado por Computerworld, de IDG, entidad que comparte con la UDIMA la Cátedra para la Transformación Digital, y en el que participaron también Fernando Maldonado (Delfos Research), José Antonio Esteban (Codere), Manuel Luque (UNED), Antonio Orbe (Foro Futuro Próximo) y Fernando Alías (Ibercaja).

“¿Puede a día de hoy una empresa decidir estar o no conectada a internet?”, se preguntó Martínez Rey, para quien la respuesta es evidente: “Internet está en nuestro mundo y en el punto en el que ya no lo controlamos, en el que ya no somos capaces de decidir si nuestra empresa va o no a estar en internet”. En este contexto, advirtió que “cuando este bum de la inteligencia artificial penetre realmente en las empresas, va a estar muy difícil establecer la frontera entre qué hace aquélla y qué hace la persona”.

A su juicio, más allá de que técnicamente se alcance la inteligencia artificial, “es su regulación y la responsabilidad ética” el quid de la cuestión: “Quién va a ser el responsable del atropello de un coche autónomo? Va a ser necesaria una regulación porque es inherente a la convivencia en sociedad”, remachó. Al en lo que no está de acuerdo Esteban, quien expresó que “ojalá los gobiernos no regulen esto, pues la IA es mucho más social y traspasa las fronteras”.

Maldonado coincidió en que la IA por venir es la que facilitará a las empresas su rol de proveedoras de servicios, pero que lo generará valor a cada empresa que la aplique es su supervisión, claro está, por seres humanos: lo que se conoce como la gestión de los datos. Y en este punto Orbe avisó que el biga data “no sirve para nada si no puedes tomar decisiones”.

Para Luque aún se ve erróneamente a las máquinas como competidoras del trabajo de los humanos, pero no hay que olvidar, enfatizó, “que el conocimiento del ser humano, frente al de la máquina, es incalculable”.

Alías explicó que la inteligencia artificial ya se desarrolla en las grandes compañías, y que está empezando a hacerlo en el resto de entidades empresariales menores, al tiempo que valoró que la máquina podrá sustraer al ser humano de trabajos “repetitivos”, lo que explicaría la necesidad de “ver cómo regular y legislar el ‘trabajo de las máquinas’”. Y como colofón, una idea general básica, que deslizó Orbe: Acuerdo en que las máquinas han venido para quedarse pero también que “están para quitar trabajo (al ser humano) y no para darlo”.

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