La 1ª necesidad del emprendedor consiste en estar preparado a nivel personal, o lo que es lo mismo, poseer las condiciones necesarias para saber que lo que quieres hacer es factible. Y si no las tienes, crearlas.
¡Uf! Y ¿cómo se hace eso? Bueno, quizá te parezca algo complicado pero si empiezas por el principio, no lo es tanto.
La gente cree que se conoce a la perfección, pero mi experiencia me dice todo lo contrario. Si no eres capaz de reconocer que te queda mucho por aprender, sobre todo de ti mismo/a, a mitad de camino te encontrarás obstáculos que no sabrás cómo superar.
¿Por qué el 90% de los emprendimientos a nivel mundial fracasan antes de los 10 años? ¿Qué es lo que tienen en común que pueda ser justo lo que falla en todos ellos? ¿Es posible que quien los inicia no se preparase en la pieza más importante, él mismo o ella misma?
Piensa en ti mism@ como en un coche de carreras. Sobre un circuito funcionas de maravilla, seguro. Todo el mundo actúa en óptimas condiciones en algún momento o área de su vida, en su circuito. Pero no siempre tenemos ese circuito disponible, la vida es así.
Y emprender, siempre, significa salirse del circuito, aunque no lo sepamos. De repente encontramos terrenos no aptos para nuestro Fórmula 1 y entonces, pese a tener un pedazo de vehículo, funcionamos a duras penas. Necesitamos flexibilidad para transformar nuestro F1 en un 4x4, pero si no sabemos de mecánica, o sea, si no conocemos nuestras entrañas, lo llevamos claro.
Lo primero, emprender significa comenzar algo nuevo y esto se traduce en salir de tu zona de confort. Quizá crees que ya lo haces, por el hecho de haberte liado la manta a la cabeza, pero, ¿seguirás así dentro de tres meses? ¿Seguro que no se te van a presentar bloqueos o miedos en los que no habías pensado? Y, si ni siquiera sabes tu forma personal de lidiar con esos bloqueos, ¿cómo piensas afrontarlos? Más te vale pensarlo ahora, antes de que se presenten.
Lo segundo, para emprender necesitas hacer uso de tus capacidades personales. ¿Sabes cuáles son? ¿Seguro? Quizá sabes aquéllas que posees mientras vas en tu Fórmula 1 por el circuito, pero no si te sales de él.
Lo tercero, en cualquier tipo de emprendimiento es esencial un objetivo claro y concreto, realista y motivador, alcanzable y sostenible. ¿No quieres verte dando vueltas al mismo circuito sin llegar a ningún sitio, verdad?
Eso es lo que ocurre cuando no se tienen absolutamente claros los objetivos o cuando éstos no coinciden con nuestra forma de ver la vida: nuestros valores. Si uno de mis valores principales es la naturaleza, seguramente no se me ocurriría ganarme la vida talando árboles o vertiendo petróleo en el Ártico. ¿O sí? ¿Me conozco lo suficiente para evitarlo?
Uno de mis primeros clientes acudió a mí hace tiempo porque quería montar un negocio online aquí en Madrid. Después de unas cuantas sesiones se dio cuenta de que estaba yendo por el camino fácil, lo que hacía todo el mundo, buscarse la vida para salir del paso.
Finalmente profundizamos en lo que le gustaba hacer verdaderamente, en sus posibilidades y capacidades, en lo que le había impedido seguir sus verdaderas aspiraciones durante años. Al poco tiempo volvió a Argentina, su tierra natal, a dedicarse a la cría y doma de caballos. Tras tres años y pico, se siente inmensamente feliz, realizado y pleno. Al fin y al cabo, ¿no es eso lo que todos perseguimos?
