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Si vas a Invertir en Startups, no Sigas su intuición

Por naturaleza, tendemos a querer aplicar los conocimientos que dominamos en las áreas que estamos explorando. Aunque suene razonable, muchas veces esto no sólo no sirve para nada, sino que además nos puede jugar en contra cuando queremos detectar oportunidades.

Cuando aprendemos sobre cómo invertir en empresas, lo primero miramos es la información financiera, por ejemplo: cuáles son sus ingresos, cuál es el valor de mercado, cuál es la relación entre ventas o ganancias y el valor de mercado para saber si la acción está “cara”, etc. Pero también aplicamos el análisis técnico para ver cuál es la tendencia de los precios de las acciones.

Por otro lado, en los países desarrollados está creciendo fuertemente el interés por invertir en startups. El motivo es genuino. Basta ver los rendimientos que generan las inversiones en startups versus cualquier otra alternativa de inversión para entender el por qué.

Entonces… ¿Cómo analiza el inversor estas las oportunidades? Suena razonable arrancar por lo conocido. Lo primero que el inversor es capaz de aceptar, es que si la empresa no cotiza en bolsa, y hasta tiene muy poco tiempo de vida, no es posible ver tendencias de precios de las acciones. En la mayoría de los casos, no hay precios que se puedan usar como referencia para analizar. Pero tampoco hay mucho que se pueda hacer para evitarlo.

Lo que sí es esperable, es contar con información acerca de las ventas de la empresa, el valor del mercado y analizar si hay una relación coherente entre cada una de esas variables. Y ahí empiezan las sorpresas: proyectos muy prometedores que no tienen ventas pasadas y muy poca información sobre las ventas futuras; valores de las startups que se establecen “por arte de magia”; procesos informales de dirección; información insuficiente; y otras cosas que podrían espantar a cualquiera que esté considerando poner dinero propio en ello. Por esto, muchos inversores nunca encuentran Startups que tengan las características que están buscando y terminan por no animarse a realizar las inversiones. Esta es una de las peores equivocaciones en que inversor pueda cometer.

El problema se da porque el inversor considera a la startup simplemente como una empresa “chica”, y la quiere evaluar como tal. Una startup, es una compañía que, aunque joven, tiene capacidad de crecer increíblemente rápido por introducir un producto innovador… una solución más económica o más fácil a un problema existente, o una herramienta que nos cambia la manera en que nos comunicamos. Todo esto es valor.

Un valor muchas veces difícil de medir. Un valor que no está en los balances, que no está representado por las ventas o las ganancias que tenga la empresa. Este valor se termina traduciendo en un precio de venta para la compañía y genera ganancias millonarias para los fundadores y los inversores.

Detectar una oportunidad en una startup, implica dejar de lado la idea intuitiva de basar el análisis únicamente sobre los números fríos, y darle más importancia a la capacidad de convertirse en la “aspirina para el dolor de cabeza”. Esto no significa olvidarnos de los números. No es la idea volver a lo que pasó en la crisis de las “.com” cuando se invertía por moda en empresas que no sabían cómo facturar.

Se trata simplemente de entender que el potencial de crecimiento de una startup se basa en lo que puede hacer por el futuro, y no tanto en los números del pasado. En otras palabras, evaluar una startup, implica más conocer en profundidad a las personas que lideran, que analizar un documento de Excel.

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