El mundo tiene miedo de una nueva crisis. Mientras Estados Unidos discute su default, los mercados se derrumban. España todavía está buscando salir del pozo de la desocupación. Para las startups, ¿es esto un problema? Todo lo contrario. No sólo son a las que más crecen, sino las que más ayudan a crecer al resto.
Imagínese un pequeño emprendimiento de 3-4 personas que desarrolló un producto Innovador para que cualquier persona sin conocimientos previos pueda crear videos animados que sirven para comunicar todo tipo de mensaje, como por ejemplo, regalarle una tarjeta animada a amigos o pareja, enseñar sobre algún tema o hacer una publicidad para distribuirla por internet.
Imagínese también que este producto tiene un modelo freemium, es decir, es gratis para quienes le dan un uso tradicional, y pago sólo para quienes le dan un uso comercial.
Lo que nos motiva a usar este producto es el deseo de expresarnos de una manera que antes no podíamos. Para hacerlo, no necesitamos pagar. Cuando nos resulta útil y divertido, lo recomendamos y así lo empiezan a usar los demás. Si nos damos cuenta que nos puede servir para un fin comercial, pagamos con gusto una décima de lo que costaba hacer un video cuando no existía esta herramienta, y así se crea un mercado nuevo.
Todo este ciclo avanza independientemente del default de Estados Unidos. Una startup que tiene 5.000 usuarios y planifica llegar a los 30.000, no necesita estar pendiente de la evolución del PBI de un país determinado. Sí necesita estar absolutamente pendiente de cuán bien les permite a las personas expresarse.
Las empresas grandes se ven afectadas por otros factores. El desempleo lastima fuertemente a todas las empresas de consumo. Un default de un gobierno lastima la confianza de los inversores y el bolsillo de los proveedores del estado en forma masiva… por eso lo consideran como una “bomba nuclear”. Si una empresa de 5.000 o 10.000 empleados ve caer su facturación en un 40%, probablemente tenga que hacer un fuerte ajuste como despidos, recortes en presupuesto de investigación (menos innovación), etc.
El ciclo de crecimiento de las startups no tiene nada que ver con el ciclo de las empresas grandes. Esto fue lo que nos pasó con Wideo (startup en la que invertimos desde South Ventures) que mientras los mercados bursátiles estaban en unos de sus peores momentos, Wideo alcanzaba cifras record de usuarios y ventas. Pero además, ayudada al entorno: contrataba más empleados, gastaba más en marketing, generaba nuevo conocimiento, e inspiraba a otros emprendedores a animarse a pensar en grande.
Cuando existe un período de crisis y ajustes, las empresas grandes tienen a concentrarse en las reestructuraciones, quitan el pie del acelerador y dejan de sacar productos nuevos. Esta situación puede durar varios años. Todo ese tiempo es aprovechado por las startups para hacer un mejor producto, para crecer, para darse a conocer, para ganarse un lugar que no va a ser posible sacarles cuando la crisis termine. Ahí es cuando los inversores obtienen los mejores rendimientos.
La innovación tiene ciclos que la mayoría de las veces no coinciden con los mercados. Las startups son quienes lideran y capitalizan la innovación. Por eso, los inversores en startups no sólo obtienen grandes resultados, sino que son los impulsores de los cambios de paradigmas.
Con suerte, un día los gobiernos entiendan esto e implementen todas las políticas necesarias para que las inversiones en startups permitan liderar el cambio que muchas veces las empresas grandes no pueden hacer.