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Lo que Nadal me enseñó del mundo de la empresa

El pasado lunes, tras una larga espera por las lluvias, Rafa Nadal se impuso a su bestia negra Novak Djokovic.

Victoria que seguro le supo a Gloria al balear, pues, durante mucho tiempo, el serbio fue imbatible para nuestro Campeón (con mayúscula).

Todo un ejemplo nuestro tenista que, lejos de venirse abajo ante quien le arrebató el número uno mundial, no ha cesado en su empeño hasta vencerle, acercándose, para alegría suya y todos los españoles, de nuevo a lo más alto del ranking de la ATP.

Una vez terminado el partido, aún con la sonrisa propia de un triunfo que compartimos con él toda España, me preguntaba ¿Puede ser Rafa ejemplo para las empresas?.

No hace mucho tuve la suerte de asistir a una conferencia sobre marketing y patrocinios deportivos, que impartió Rami Aboukhair, Head of Marketing and Products del Banco Santander UK, anteriormente en cargo similar en Banesto, y en parte responsable de la relación de esta entidad y nuestro tenista. En su conferencia dijo una frase que, aún hoy, sigo recordando: "Rafa gusta a mi mujer, a mis hijos e incluso a mi suegra".

Da igual la generación, da igual que seas aficionado al tenis o no, gusta a todos. Ya quisiéramos construir marcas tan potentes como la que ha construido Nadal con su nombre y sin pretender hacerlo.

La primera lección que podemos aprender de él es que los vínculos se construyen demostrando cosas, día a día, paso a paso, con humildad. Nuestro mejor tenista es ejemplo de tesón, de constancia, de trabajo duro, pero también reconoce sus errores sin que esto le haga débil, al contrario, lo hace como punto de partida para solucionarlo y lo demuestra meses más tarde.

Segunda lección. Las empresas las formamos personas, como tales nos equivocamos, pero cuando lo hacemos nos empeñamos en ocultarlo o en negarlo. No pasa nada si se reconoce, siempre y cuando pongamos los medios para reparar el daño, así construiremos lazos entre el cliente y la marca, igual que los de Nadal con todos sus seguidores. Cuando pierde, a todos nos duele un poco y sufrimos con él. Empatizamos con él.

Tercera lección. La empatía es esencial en las empresas en nuestro tiempo. Seguimos empeñados en comunicar desde la empresa al cliente y en intentar llevar a este a nuestro terreno. Cuando lo realmente efectivo es ir nosotros al suyo, hacer nuestras sus aspiraciones sin preocuparnos que él haga suyas las nuestras. Cada vez que el de Manacor sale a una cancha lo hace con el mundo entero a su lado, todos sentimos un poco lo que él, eso es lo que consigue la empatía. El problema es que las marcas queremos conseguirlo imponiendo este vínculo, y claro, no se puede imponer, simplemente se siente. El sentir es algo humano, la inteligencia emocional también.

Cuarta lección. Rafa es quien es por mostrarse humano. Pero claro, las empresas no son humanas... ¿cómo que no?. Entonces... ¿Todas esas personas que acuden día a día a su puesto de trabajo qué son?¿Autómatas?. Ese es el problema, que muchas veces lo son. Y lo peor es que, en muchos casos, los que llegaron siendo personas se convierten en humanoides por culpa de la propia empresa. Por haber matado el talento, por no haberse preocupado de la autorealización profesional de sus miembros.... Talento y autorealización...

Quinta lección. Todas las empresas se preocupan por atraer el talento. También se lamentan cuando se va... Pero ¿se han preocupado por él mientras estaba dentro?.

Todos somos diferentes, todos tenemos unas cualidades innatas y otras que aprendemos. El talento es innato. Con formación y autorealización se vuelve potente. Sin ambos se oculta hasta desaparecer. Si los padres de nuestro Rafa se hubiesen empeñado en que jugase al fútbol porque allí se gana más dinero, hoy no estaría hablando de él. Cuando alguien desarrolla su talento, cuando da forma y pone en práctica aquello para lo que tiene unas cualidades innatas, se vuelve un campeón. Pero no de la noche a la mañana. Con mucho trabajo y constancia. ¿Por qué nos empeñamos en matar el talento dentro de la empresa?. ¿No queremos atraerlo?.

En conclusión, lo que separa a las marcas de personas como Nadal es precisamente eso. Que las primeras se empeñan en no mostrarse como personas. Tímidamente intentan en su imagen y en sus campañas adoptar rasgos de personalidad, pero como estos son propios de seres humanos y se muestran inhumanas no terminan de conseguirlo.

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