Si tuviese que resumir en una frase lo que pensé y sentí cuando vi la rueda de prensa tras el Consejo de Ministros que aprobó la deseada ley de emprendedores, esa frase sería: No lo entiendo.
No entiendo como se puede tardar casi dos años en elaborar y aprobar solo eso. No lo entiendo. Una prueba más de que para salir de esta crisis necesitamos un relojero. Sí, un experto que se encargue de hacer que los relojes de todo lo relacionado con la Administración Pública, incluido el Gobierno, funcione a la misma velocidad que la del resto del mundo.
¿De verdad hacían falta dos años para esto? Dos años para aprobar algo insuficiente, incompleto y que no estimula nada, perdonen ustedes, señores del Gobierno, que les diga.
La medida estrella, el IVA de caja, entiendo que necesite la adaptación de los sistemas de la Agencia Tributaria. Pero es que esa medida ya estaba anunciada mucho antes de esta Ley de Emprendedores. Eso servirá para ayudar a las empresas que ya están funcionando, para ayudar a los empresarios. ¿En qué ayuda esto a los emprendedores? Señores del Gobierno, un empresario y un emprendedor son cosas diferentes. ¿De verdad piensan que alguien va a montar una empresa animado por que ya no tiene que adelantar el IVA de las facturas no cobradas?
Segunda oportunidad, proteger el patrimonio del emprendedor, simplificar el papeleo. Bien, eso está bien. El eliminar el riesgo a perder la vivienda por un fracaso empresarial elimina parte del miedo. Simplificar papeleo, quita la sensación de perdida de tiempo. Pero señores del Gobierno, de nuevo una diferencia de concepto: Una cosa es eliminar el miedo y otra ESTIMULAR la creación de empresas.
¿De verdad piensan que hay miles de emprendedores que no emprenden porque los trámites son complicados? Señores del Gobierno: En la calle, sin empleo, hay miles de emprendedores que no emprenden porque su actividad inicial no les permite hacer frente a los impuestos y seguros sociales que tienen que pagar mes a mes. No a los 3.000 de capital inicial de una S.L. que, de todas formas, antes de esta ley ya se podían depositar en especie, no. No emprenden porque sus primeros meses de actividad no llegan ni para pagar los autónomos. Una rebaja de estos. Un autónomo que vaya creciendo en función de los ingresos, eso sí estimula. Pero claro, eso sería hacer las cosas bien.
Facilitar trámites para evitar cierres, para que los acreedores cobren, me parece fantástico, ... Pero ya estamos con el problema de concepto. Eso es una ley de empresarios y no de emprendedores. El emprendedor CREA empresas, estas medidas ayudan a que no cierren las que ya existen que, repito, está muy bien. Pero no ESTIMULA crear nuevas.
Me parece muy bien, que se favorezca el pluriempleo. Que se invite a crear empresas a quien tiene algo de dinero, pero... ¿De verdad que estos señores que tienen un bien tan escaso como el empleo se van a poner a crear empresas por el mero hecho de que tiene alguna ventaja fiscal? La verdad, poco estímulo me parece. ¿Dónde está el incentivo para quienes están en desempleo, quieren emprender y no pueden?¿Para esos no hay rebaja de impuestos y cotizaciones si no tienen menos de 25 años?
Afortunadamente y por primera vez se reconoce la figura del Business Angel. Pero pregunto, además de lo aprobado ¿No estimularía más que un Business Angel que pierde su inversión en una empresa (cosa habitual) tuviese una rebaja fiscal mayor si tras esa pérdida vuelve a invertir?
Sobre lo de fomentar la cultura emprendedora en las escuelas nada que objetar hasta ver como se va a llevar a cabo. Me llama la atención cómo van a fomentarla profesores y profesoras que nunca han emprendido sin que nadie siquiera les haya hablado antes de ello. Pero bueno, desgraciadamente nuestro sistema educativo está lleno de situaciones así, y así nos va. No es culpa de profesores sino del propio sistema.
Eso sí, hay una cosa que hace muy bien esta ley de emprendedores. La simplicidad. Es tan simple que toda la ley puede resumirse en una sola palabra. Una palabra que aúna el tiempo que llevamos anhelándola con las necesidades que cubre. Esa palabra es: decepción.