El post de esta semana tiene algo de canción protesta. Porque este que suscribe ya está un poco harto de las sandeces que casi a diario me veo obligado a escuchar por parte de políticos de uno y otro signo que para lo único que valen es para vivir del erario público (y muy bien, por cierto). La tontería no es patrimonio de ningún partido, y los tontos son muchos y están en todas partes. No hay manera de cubrir semejante frente.
La penúltima patochada la he escuchado más de una vez, con ligeras variantes. Viene a ser algo así como: “si no encuentras trabajo, emprende”.
Sin duda, puesto esto en boca de un político que, con falsa aflicción, arenga a los parados con ánimos y consejos bienintencionados, parece que tiene algo de sentido. De hecho, si uno ha descendido por la escala humana desde el desahucio hasta la exclusión social y ya no tiene nada que perder, ¿por qué no emprender? Total, ya más bajo no vas a caer. Pero la cosa no es así.
Mi primera pregunta es si todo el mundo vale para emprender. Yo pienso que no. De la misma manera que no todo el mundo vale para sacarse una ingeniería en telecomunicaciones, no todo el mundo vale para pintar las Meninas y no todo el mundo vale para comerse quince hamburguesas seguidas.
No me detendré mucho en ello, pues gente que sabe mucho más que yo ha publicado artículos que tratan sobre el carácter, la personalidad y las cualidades que debe reunir una persona para emprender. Y que yo sepa, entre estas características no se menciona como condición suficiente “estar en paro”.
Parece también que animando a la gente a emprender alegremente lo único decisivo para montar un negocio es la voluntad de hacerlo y, nuevamente, yo discrepo. Para toda iniciativa empresarial, desde un bar a una empresa de base tecnológica, es preciso que exista una razón de negocio que justifique el esfuerzo y permita obtener un beneficio económico.
A mi modo de ver esa razón de negocio descansa siempre en un hueco de mercado que el emprendedor ha sabido descubrir. Aunque también hay visionarios capaces de generar demanda a partir de un producto que ellos mismos han inventado. En todo caso, la voluntad por sí sola no basta.
Y ya para rematar me pregunto si no habrá alguna intención espuria en el “si estás parado, emprende”. Más que nada porque si uno se decide a emprender, pasa de cobrar un subsidio a convertirse en autónomo. Y ya tenemos a nuestro amigo pagando los 200 euros de cuota mensual. ¿Le perdonarán los impuestos?