Parafrasenando al protagonista del Sexto Sentido "a veces veo emprendedores". Mucha gente que habla de empezar un proyecto, que tiene una idea, que si tuviera capital, piensa en dejar su trabajo, etc.
Quizás es el ámbito en el que me muevo, pero ahora más que nunca se oye hablar de emprendedores, de que son una de las bases para crear empleo en un país como España, azotado por políticos cobardes y leyes obsoletas.
Independientemente de las condiciones exteriores, el miedo a lo desconocido y al fracaso son las mayores barreras a la hora de emprender. Lo compruebo día a día con la gente que hablo o leo. Yo como emprendedor, ni me considero un valiente, ni un héroe, ni nada que se le parezca. Hace unos años elegí esa opción y aquí estoy.
Lo que si he aprendido en este tiempo es que para emprender y conseguir sacar adelante tu negocio necesitas la suma de pequeñas cosas que como efecto acumulativo, con trabajo diario dan sus frutos.
Por eso, muchas veces se generan debates inocuos sobre que elemento es más importante a la hora de lanzar una empresa o cuales no valen mucho.
Veamos algunos ejemplos: la idea. Ese concepto tan denostado o valorado. La idea por si misma, es un concepto cuyo valor es directamente proporcional a su ejecución. Es decir, una idea ni es buena ni es mala. Si se queda en eso, no vale nada. A medida que se desarrolla, va adquiriendo valor. Y si se crea una empresa entorno a ella y se hace rentable, podemos decir que la idea ha sido muy valiosa.
El talento: se habla del talento como si fuera un ente, una caja que enciendes y te ayuda a crecer tu idea o hacer un gran negocio. Para mi, todos tenemos algún talento. Lo que ocurre muchas veces es que colocamos el talento en el recurso equivocado. Por tanto, si somos capaces de determinar el talento de una persona con una necesidad de la empresa, estamos dando valor a ese talento.
También podemos hablar del capital: todos conocemos a famosos que tienen dinero por herencia y que no han conseguido multiplicar ese capital. Es decir, ese dinero no vale nada. Por el contrario, un emprendedor que coge su paro y lo capitaliza puede convertir ese capital en riqueza.
Podría seguir con más ejemplos. En definitiva cualquier cualidad u objeto puede ser valioso o no según su uso. Lo que si es cierto es que la suma de una buena idea más el talento de los emprendedores y un capital bien administrado son ingredientes que valen mucho en su conjunto.
Lo que diferencia el que valga todo o no valga nada es la actitud ante los retos diarios. Si estas pensando en emprender, centrate en tu actitud y deseo. Ponlo en la balanza y en el otro extremo, el miedo que tienes. Cuando este pese menos, ¡lánzate!.
Y si te puedo ayudar, aquí estoy.