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Sobre las salidas honrosas de Emprendedores

Sabemos que el éxito del emprendedor es complicado de conseguir. Lamentablemente, la mayor parte de las empresas que se crean en España mueren de forma prematura, lo cual no es una característica propia de nuestro país, sino de todos.

El cierre rara vez se desencadena de manera rápida en pocos días. El deterioro de la startup se empieza a observar y con el tiempo va avanzando. Es como una agonía lenta. Otras veces, en cambio, la quiebra es velocísima. Por ejemplo, la ocasionada por un impago considerable.

Los síntomas del desastre son corrientes: retrasos y más retrasos en el lanzamiento del producto, ausencia de pedidos concretos a pesar de las declaraciones de interés de presuntos clientes, almacenamiento de pagarés en el cajón…

Cuando la startup parece emprender el camino sólo de ida hacia la liquidación, los emprendedores se resisten. Es lógico. Personas menos apegadas a la startup como bancos, inversores, socios minoritarios, etc. suelen ser más objetivos en la evaluación real de la situación de la empresa en crisis.

Resulta humano que el emprendedor que sufrió por poner en marcha el negocio se obstine en continuar y persevere en su esfuerzo. Sería digno de admiración, si no fuera porque en ocasiones la resistencia suele empeorar el problema.

Es cierto que en algunos casos, pocos, se remonta. Y alguno podría pensar que ese reducido porcentaje de situaciones justificaría el seguir adelante. Yo no estoy de acuerdo.

Mi consejo a los emprendedores cuando la cosa empieza a pintar muy pero que muy mal es que busquen una salida. Vender la empresa es difícil. Pero siendo creativos, y aprovechando lo que haya de valor en la startup, algo puede pensarse. Hace unos días supe de unos amigos que no conseguían despegar su negocio pero que llegaron a un acuerdo con un cliente para que se hiciese cargo de la deuda de la startup, la cerrase, y los contratase a ellos. Puede que no suene muy apetecible, pero os aseguro que yo me lo tomé como un triunfo.

Alternativas similares serían licenciar el producto o vender la patente. En caso de crisis, quedarnos sin deudas y con la posibilidad de empezar de nuevo no está tan mal en un país como el nuestro cuya legislación no es amiga de las segundas oportunidades.

El ejemplo lo veis todos los días en la televisión con los desahucios.

Y para terminar os recuerdo que seguimos haciendo regalos y sorteos de mi novela, “El informe Müller” en la página de Facebook.  Visitad la webpara conocer el libro.

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