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¿Cuál es el secreto de los grandes Emprendedores?

Diecinueve de febrero de 2013, día de la celebración del 540 aniversario del nacimiento de Nicolás Copérnico. Doodle conmemorativo incluido.

Copérnico fue uno de esos adelantados a su tiempo. Defendió a capa y espada que nuestra querida Tierra giraba en torno al Sol, contrariamente a lo que se pensaba. De hecho la publicación de su libro donde contaba esta teoría fue retrasada por miedo a la respuesta de la sociedad de entonces.

¡Cuántas veces en el mundo de la empresa no tomamos la decisión correcta por miedo al cambio! Nos da miedo cambiar. Nos sentimos a gusto con lo conocido. En la zona de confort que dicen los coaches. Luego, lo lamentamos. Por no haber cambiado nos encontramos en una situación complicada.

Los emprendedores tienen una gran ventaja. Aquellos que se hayan decidido a emprender. A dar el paso. A aventurarse en el mundo empresarial sin saber qué cobrarán este mes. Estos, corren con viento a favor.

Saben que cambiar es el único camino para lo que puede ser. Para llegar a esa meta que soñaron alguna vez. Para eso que puede ser que no sea, pero que sin intentarlo seguro que no será.

No me cabe la menor duda. Copérnico era un emprendedor. Quizá no existía esa palabra en su tiempo. Pero sí la definición.

Desgraciadamente en estos días hay muchas personas que se ven obligadas a emprender. No por elección ni por vocación, sino por obligación. Tras una larga permanencia en la cola del Inem, la prestación se acaba y el trabajo no llega, ni para ellos ni para otros casi seis millones.

El emprendedor obligado a serlo, en general, no cuenta con esa ventaja de la que hablaba. Para ellos emprender es un clavo ardiendo al que agarrarse. La única puerta que ni siquiera se ha abierto. Solo se ha entornado.

Si tuviese que dar un consejo a un emprendedor obligado, le diría que debe cambiar su forma de pensar. Que en lugar de levantarse cada día resignado en: "esto es lo que me ha tocado, pero no lo que quiero", piense lo que realmente quiere. Dónde le gustaría estar, qué le gustaría hacer.

Una vez que sepa qué le gustaría hacer, le diría que buscase un sitio donde personas necesiten de eso que hace. Y cada día, en lugar de levantarse resignado con eso de "esto me ha tocado". Piense que tiene la gran suerte de dedicarse a aquello que le gusta. Que le ha tocado la lotería, ya quisieran muchos trabajar en lo que quieren.

Esa ilusión, debe ser lo que mueva sus vidas. Al menos, en lo que a lo laboral se refiere. La ilusión, la pasión, es un motor de gran cilindrada. Y ese es el secreto de algunos grandes emprendedores que han cambiado el mundo, aunque sea un poquito. La ilusión.

Terminaría diciéndole al emprendedor obligado, que ya que conoce el secreto, lo ponga en práctica, pues solo de él depende su legado.

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