El talento es un don divino que se da de forma esporádica en unas cuántas personas de una generación, es más fácil sacarse la lotería que ser uno de esos suertudos exitosos.
Con esta creencia hemos crecido muchas personas, no sabiendo si seremos de los “seleccionados” o de los “ignorados” del éxito.
Mientras estamos con esta incertidumbre, no nos damos cuenta que todos estamos sentados sobre lingotes de oro, porque cada una de las personas tenemos capacidades particulares, formas de aportar a la sociedad únicas y por ello tenemos el potencial para construir riqueza y bienestar, cada uno tenemos un talento excepcional.
No, no se trata de sólo de palabras dichas para motivar por unos momentos que después se apagan, es una aseveración completamente cierta y fundamentada: todos tenemos una mezcla de características (producto de nuestra carga genética, de nuestra historia y de nuestra forma de ver la vida) que nos hacen desarrollar un conjunto de habilidades que constituyen dicho un talento excepcional y que cuando lo ponemos en práctica nos da mucha satisfacción.
¿Entonces no es cuestión de suerte?, ¿De qué depende que alguien pueda encontrar su camino, su potencial, su talento?. No, no es cuestión de suerte, por lo menos no de la misma suerte que necesita alguien que quiere ganar la lotería, es cuestión de estar rodeado de condiciones propicias… mejor aún, de saber cómo construir esas condiciones propicias.
Pensemos por ejemplo, en el ícono del éxito de estos años Steve Jobs, creció ciertamente en un lugar estimulante, Silicon Valley; hijo adoptivo de Paul Jobs, hombre aficionado a la mecánica, la electrónica y muy trabajador, gustos que desde luego transmitió a su hijo; aún con todo esto a su favor, en su biografía comenta que hubiera terminado en prisión si no hubiera sido por Imogene Hill, su profesora de cuarto grado, quien tras tratarlo los primeros días del curso decidió retarlo a resolver páginas de problemas matemáticos a cambio de lo cual le regalaría un paleta de dulce: “Ella vio algo en mi”, dijo Jobs y según sus propias palabras eso le cambió la vida.
Ahí está la anécdota, tras la cual podría pensarse, “¡Qué suerte: crecer en Silicon Valley, tener un buen padre que le genere aficiones y le despierte la curiosidad, y contar con alguien que confíe en el talento de uno!”. Entonces tendríamos que contestar si es suerte, como suerte es que al aventar una semilla de algo en un lugar cualquiera crezca y dé fruto, pero también se pueden generar condiciones propicias para que esa semilla sea sembrada en un lugar adecuado bajo condiciones más controladas y entonces no diríamos que es suerte, porque todo esto está en nuestras manos. Lo mismo puede pasar con el talento, si generamos condiciones propicias este podrá florecer sin que dependa del “temporal” de cada vida.
No es cierto que haya países o escuelas o grupos sociales más talentosos, lo que sucede es que se generan las condiciones: Escuelas mejor equipadas, mejor difusión de las disciplinas de estudio, muy importantes desde luego son las necesidades básicas cubiertas (mejor alimentación, descanso de calidad, etc.).
Pero por sobre todo lo anterior hay dos factores que hacen la diferencia entre una persona que no puede desarrollarse plenamente y otra que lo consigue :
Contar con alguien que confíe plenamente en el talento del niño o joven.
Que el niño o joven tenga alguien que sea un ejemplo de éxito en el sentido más amplio y profundo de la palabra.
Estas dos condiciones son las verdaderamente fundamentales, todo lo demás se puede subsanar: Se puede improvisar un salón de clases, puede o no haber difusión del conocimiento, etcétera. Desde luego todo suma pero nada es indispensable, excepto los dos puntos mencionados.
Y son precisamente esos dos puntos los que más le duelen a nuestro país, en los que tenemos que trabajar más, tenemos que ver a nuestros niños con la seguridad y la esperanza plenas de su gran talento y tenemos que esforzarnos por construir un concepto de éxito personal lo suficientemente vasto para que ellos puedan aspirar a él, condiciones que sólo lograremos si cada uno de nosotros – a nuestra vez - podemos darnos cuenta de que también tenemos Un Talento Excepcional.