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Para Emprendedores: En qué puede (y debe) innovar un Emprendedor

Se dice que todo emprendedor, si no aporta algo nuevo al mercado, más vale que ni siquiera inicie su negocio. Es cierto que si no innova, será un competidor indiferenciado más que en el mejor de los casos, subsistirá bajando sus precios y en el peor, cerrará en los primeros 12 a 24 meses.

Por eso nos planteamos el contenido recogido en el título, un contenido que daría no para un artículo sino para un libro. Y en realidad, lo escribí: Aprender a Innovar en una PYME (Paidós, 2009) es una recopilación de ejemplos y casos prácticos de emprendedores y pymes, mayoritariamente españoles, que innovaban en las distintas áreas de la empresa.

Lo que traigo hoy aquí es el zumo de ese libro, tal vez mejorado por la experiencia más reciente.

Un emprendedor puede (y debe) innovar en la detección de la oportunidad de negocio. Como ya he señalado en artículos anteriores, no basta cualquier idea de negocio, ni siquiera una buena idea; es necesaria una verdadera oportunidad de negocio que detectaremos mediante la observación, el estudio y lectura, la participación en foros y grupos así como otros tipos de fórmulas convencionales para generar ideas empresariales, pero también mediante la aplicación de técnicas de creatividad que pongan sobre la mesa ideas nuevas.

Y a continuación, las filtraremos bajo la óptica del atractivo del mercado (tamaño, tendencia, momento…) y, como argumenté en esta sección hace pocos días, también y en especial bajo la óptica de cómo encaja con nosotros como emprendedores, algo que definitivamente puede aportar el valor adicional para que la idea sea la mejor oportunidad que podemos asumir y nosotros, sus mejores valedores.

Un emprendedor puede (y debe) innovar en el diseño del modelo de negocio. Un modelo de negocio “describe las bases sobre las que una empresa crea, proporciona y capta valor” (Generación de modelos de negocio, Osterwalder, Pigneur y otros, Deusto 2011; un libro excelente).

Esto es, define de qué manera vamos a generar ingresos y beneficios. No es lo mismo vender vino en una tienda, por botellas, que hacerlo en un bar, por copas y con una tapa, o a través de clubs privados, o por Internet… No es lo mismo obtener beneficios de vender un producto a un precio, que a través de una suscripción que genere ingresos estables a cambio de un flujo continuo de beneficios para el cliente; y sobre todo, no es lo mismo todo lo anterior que el conocido como modelo freemium, por el cual no se cobra nada a cambio de muchas cosas que ofrecemos a nuestros clientes, y sólo una minoría paga por servicios extra y con ello se genera el beneficio para toda la oferta…

El emprendedor podrá innovar tanto o más definiendo un modelo de negocio satisfactorio para cliente y empresa, una propuesta única y atractiva basada en la combinación de productos o servicios, procesos, precio…

Un emprendedor puede (y probablemente, debe) innovar en el producto o servicio que ofrece al mercado. Si no se define un completo modelo de negocio, al menos se deberá acertar con una combinación de características o prestaciones que nuestro producto o servicio ofrezca al mercado, creando valor para cliente y empresa.

Recuérdese que si nuestra propuesta no es diferencial, si no somos exigentes en la creación de valor, nuestro producto o servicio sólo podrá competir por precio, la peor de las formas para que un emprendedor gane dinero y/o sobreviva con un proyecto nuevo.

Un emprendedor tiene una gran oportunidad de innovar en la organización de su equipo y recursos. La mayoría de empresas están dibujadas de una forma más o menos similar. Así, la empresa pequeña es dirigida por su promotor, quien además hace un poco de todo. Al crecer, esa empresa empieza a compartimentar áreas de trabajo.

Un socio se ocupa de la parte comercial y otro de la administrativa-financiera, etc.  Si se alcanza un poco de tamaño, entramos en lo que se conoce como estructura funcional u otras pensadas para grandes empresas. Todo ello implica equipo, personas, en resumen, estructura. Citaremos tres conceptos o ideas que ayudan a romper la rigidez y coste de esa estructura: Subcontratación, cooperación o alianzas estratégicas, y trabajo en red o networking.

Para no entrar en explicaciones demasiado largas, nos plantearemos desagregar nuestras actividades y procesos y buscaremos fuera lo que no podamos hacer dentro, o no nos convenga por especialización o coste, entre otras razones. Se trata de conseguir una estructura flexible, tanto en su organización y gestión como en su coste, que nos permita ofrecer en cada momento al mercado lo mejor que se le pueda ofrecer, y poder variar esa oferta sin estar anclados en rigideces organizativas.

Un emprendedor deberá innovar, si no en el modelo de negocio, sí al menos en su posicionamiento en el mercado. Deberemos buscar “océanos azules” y evitar los “océanos rojos” (La estrategia del océano azul. W. Cham Kim y Renée Mauborgne).

Un océano azul es un nuevo sector económico, inexistente en la actualidad, y como tal sin competidores ya que la empresa que primero nade en esas aguas lo hará en solitario, y por ello, sus expectativas de rentabilidad serán muy superiores a las que se puedan tener al competir en mercados cuya competencia es tal que “teñirá de sangre” esas aguas.

Por último –aunque esta lista es inacabable- un emprendedor puede y con mucha probabilidad deberá innovar en la financiación de su proyecto. Los sistemas convencionales (las tres F’s: Friends, Family & Fools; financiación bancaria convencional; búsqueda de socios…) tienden a agotarse; necesitamos fórmulas de financiación específicos: capital semilla y riesgo, business angels, préstamos participativos, etc.

En resumen, el emprendedor tiene la necesidad y la oportunidad de innovar y, con ello, de maximizar sus posibilidades de éxito.

Luis Berastain

Abogado y consultor de empresas

Blog: emprendeinnova.wordpress.com

Luis Berastain en Twitter.

 

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