Los emprendedores que son conscientes de sus limitaciones tienen algo ganado. Algo importante.
La figura del emprendedor que cabalga como un llanero solitario enfrentándose con sus solas fuerzas a cuantos problemas le depara el destino está pasada de moda. Y lo está porque hoy día el entramado de relaciones económicas es tan complejo que sin un equipo que te ayude, las posibilidades de que despegue tu startup son ínfimas.
Uno de los aspectos más críticos, y por ello más difícilmente delegables, es la dirección operativa de la empresa. Precisamente una de las razones por las que uno aspira a convertirse en empresaria es ser su propio jefe, por lo que si encima de pasar los sinsabores de la vida del emprendedor uno confía en un tercero la dirección de la startup parece como si renunciásemos a uno de los pocos placeres que tiene el emprendimiento.
Pero no todo el mundo vale para dirigir una empresa, de la misma manera que no todos valen para investigar, vender o negociar con los bancos. Las parcelas de responsabilidad cada día están más especializadas, y ponerse en el lugar más adecuado es el primer paso para construir un equipo efectivo.
Surge así la figura del “interim manager” como la de un directivo profesional que de manera provisional ocupa el puesto de director de la empresa. Contar con un perfil de esta naturaleza resulta muy beneficioso para el emprendedor, pues sobre todo si la empresa es de base tecnológica, las capacidades del manager se complementan con la del resto del equipo que será bueno desde el punto de vista técnico, pero que puede flaquear en el apartado comercial o de gestión.
Ahora bien, si vas a confiar en un interim manager conviene que prestes atención a estos factores que te ayudarán a fijar las bases de la colaboración de manera sólida:
1. Pide cualificaciones extraordinarias, más de las que tendría un CEO en tu empresa. Precisamente eso es un interim manager, un directivo extraordinario que nunca se plantearía trabajar en una startup y que lo hace de modo excepcional durante un tiempo.
2. Define objetivos claros en la permanencia del manager: apertura de mercados, financiación, formación del equipo, creación de líneas de producción, etc. son cuestiones complejas que pueden encomendarse a un manager experimentado. Que los objetivos queden claros hará que todos sepamos quién hace qué aquí.
3. Evalúa continuamente y no permitas el acomodamiento: los socios de la empresa son los jefes del manager y deben valorar los progresos que vaya haciendo. Pero atención, no caigas en un error importante:
4. No impongas tu carácter de propietario sobre él: el manager necesita poderes para dirigir. Si se los quitas, te estás haciendo trampas al solitario. Si pierdes la confianza, prescinde de él. Convertirlo en una marioneta tuya no hará que cumplas los objetivos.
Una cuestión final sería cómo pagar al interim manager. ¿Le damos participaciones de nuestra empresa? Aquí hay debate. En mi opinión, no. En términos generales un manager debe ser un empleado, no un socio.
Conviene que negocies con él un paquete retributivo que se pueda pagar (siempre condicionado a resultados) y establecer una relación laboral, no de sociedad. Efectivamente hay excepciones, situaciones en las que un interim manager puede convertirse en un gran socio. Pero entonces la figura se desvirtúa.