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Qué convierte una idea de negocio en una oportunidad de negocio de éxito

La diferencia es clara y todos tenemos una idea al respecto. Ideas de negocio las tenemos todos en cualquier momento y lugar. En un bar, charlando con amigos, viendo la tele...

Tal vez nos tomemos en serio esa idea y la exploremos. Descubrimos que no existe en el mercado -o al menos en nuestro entorno próximo, tanto material como digital- o incluso leemos algún artículo o nos llega información que parece apuntar hacia una necesidad desatendida, a un gap entre oferta y demanda. Pero todavía nos movemos en el terreno de la idea y no de la oportunidad.

Avanzamos en nuestro estudio -esto ya es más que una mera indagación o un sondeo- y consideramos los parámetros básicos para analizar una oportunidad de negocio: existe o no un mercado y qué tamaño tiene; cuál es la tendencia de ese mercado (y donde decimos mercado queremos decir, muy probablemente, nicho), crece y a qué ritmo; qué características y estructura interna tiene ese mercado. Los que hayan tenido la oportunidad de asistir a una escuela de negocios esbozarán un croquis con las cinco fuerzas competitivas de Michael Porter...

Todo esto nos da buena espina, los datos son positivos y afrontamos la realidad: estamos ante una auténtica oportunidad de negocio. Pero, ¿esto es todo? ¿Significa que voy a tener éxito?

El factor básico que le falta a esta secuencia  es precisamente el factor personal: Yo. Y para entenderlo, nos formularemos otra pregunta: ¿La misma oportunidad de negocio se le ofrece por igual a cualquier persona o empresa? Y la respuesta es, como tantas veces: sí y no.

Sí: la oportunidad se le ofrece a cualquiera que la detecte, cualquiera puede (tratar de) ponerla en marcha. Si el análisis es correcto, el primero que aborde el proyecto puede ser el ganador, el que consiga el éxito.

No: Ante esta teórica igualdad de posibilidades de triunfar, la diferencia la marca la persona, el emprendedor. Así, en mi opinión, la oportunidad de negocio lo es en toda su extensión si puesta en marcha por mí tiene más posibilidades de éxito que promovida por otro. Y eso depende de varios factores personales: mis conocimientos técnicos, mi experiencia, mis contactos, mi capacidad financiera, la situación de mi actual empresa en el mercado (si es el caso)... Dicho de otro modo, y en resumen, si mis atributos personales pueden aportar valor al proyecto.

¿Por qué mi proyecto empresarial -por ejemplo, un hotel rural temático basado en el ojeo de aves aras- tiene más posibilidades de convertirse en éxito que la de otro? Porque tengo experiencia en el sector, una red de contactos comerciales que pueden poner mi producto en el mercado de manera rápida y eficaz, un emplazamiento único...

Se objetará que en otros posts puedo haber hecho hincapié en la innovación del producto o servicio, y desde luego este puede ser un factor clave, pero lo dicho mantiene su vigencia: las características personales son las que, de manera diferencial, pueden convertir una idea de negocio en una oportunidad, y esa oportunidad, en un éxito.

Luis Berastain

Abogado y consultor de empresas

Blog: emprendeinnova.wordpress.com

Luis Berastain en Twitter.

 

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