La idea de tener más aventuras que Indiana Jones no te hace saltar al estrellato empresarial, sino que lo hace la necesidad de contar al mundo qué te ronda la cabeza y cómo puedes conseguir lo que pretendes.
Recuerdo un día que iba conversando con un buen amigo y me dijo que no entendía a las personas que nos aventurábamos a saltar al vacío económico sin más red que nuestro esfuerzo y motivación. Este pensamiento arcaico en algunas ocasiones y tremendamente costumbrista en muchas otras nace del "sentir español" o de la cultura del "hazte funcionario y échate a dormir".
Mi generación posee un sentir especial y desea irremediablemente sacar toda la creatividad y la innovación que lleva dentro. Tanto es así que muchos nos hemos hecho nativos emprendedores, entendida esta nomenclatura como un deseo de serlo pero que debido a nuestras circunstancias, no nos ha quedado otro remedio siendo aún muy jóvenes.
La universidad es un paso o un proceso vital que sirve fundamentalmente para adquirir habilidades y destrezas propias de la profesión, pero además en ella localizamos a posibles aliados futuros en los que poder apoyar la piedra angular de toda nuestra filosofía empresarial. Aunque debemos ser sensatos y poco ingenuos y considerarla simplemente como una enseñanza inicial que trata de abrir una brecha de conocimiento, pero no dota de habilidades para el fomento del autoempleo.
Últimamente y sin prejuicio de sus resultados hemos estado observando cómo cada vez existen más cursos formativos entorno al emprendimento y la creación de nuevas empresas. Por favor, el emprendedor ni nace ni se hace sólo se renueva.
No podemos forzar los acontecimientos ni empujar al borde del abismo a una persona que nunca consideró la posibilidad de emprender porque le estaremos impulsando a un suicidio profesional y económico. No digo que sea una mala solución realizar este tipo de cursos pero quizás no sean lo suficientemente motivadores como para que una persona salga de su "zona segura" para embarcarse en un viaje motivador a la vez que dificultoso.
La propuesta podría nacer a edades muy tempranas (Educación Primaria) dejando a los niños/as por ejemplo, que fueran ellos mismos los que se preocuparan de desarrollar sus propias excursiones, presupuestos e incluso que tuvieran la posibilidad de realizar talleres de creatividad lúdica inventando sus propios juegos.
¿A veces no sentís que nos educaron como un cubo de Rubik donde sólo había una solución?