El otro día asistía a una discusión acerca de la motivación principal que hay detrás de la mayoría de proyectos empresariales que se emprenden, debate que surgía tras el análisis de un determinado estudio sobre este fenómeno.
Emprender por vocación, espíritu emprendedor, necesidad de mejorar el mundo, etc… pueden ser las motivaciones reales o no, pero siempre queda muy bien indicar que esa es la causa de un emprendedor. Sin embargo, emprender por necesidad queda peor, se pierde el aspecto romántico.
Parece como si la necesidad (además de restar romanticismo) pudiera reducir la calidad de esos proyectos. Es cierto que existen investigaciones científicas o tecnológicas (muchas veces en el ámbito estrictamente universitario) que tras largos períodos de maduración acaban tomando como forma una startup.
Ante la tendencia actual de recortes, el emprendimiento parece como la única salida en esos casos y el que se haga forzado parece como si restara legitimidad o calidad al proyecto. Yo sí creo que la necesidad está detrás de gran parte de esos saltos, y creo que no es negativo ya que es el pequeño impulso para algo que en caso contrario se estaría postergando continuamente. Si vamos al cine tenemos un caso muy ilustrativo: los Cazafantasmas.
En esta película un grupo de tres investigadores universitarios son despedidos por el controvertido objeto de sus estudios. En efecto, se encontraban desarrollando tecnologías para interactuar con entidades paranormales. Cuando el rector les comunica el cierre de su departamento les surge la idea de montar una empresa para aplicar los resultados de esas investigaciones; todo pura necesidad porque no se les ocurre otra cosa.
Peter Venkman (Bill Murray) adopta la figura del promotor temerario, induciendo a tomar riesgos que a la postre van dando forma a la peculiar empresa. De repente, tres investigadores sin experiencia alguna con el sector privado se ven solicitando un préstamo, buscando oficina, contratando a una secretaria, publicando anuncios y atendiendo a su primera clienta. Además, perfeccionan la tecnología (con algunas irregularidades legales: de nuevo, riesgos) para poder prestar los servicios que anuncian.
La película contiene un mensaje claro que viene al pelo casi treinta años después: ese pequeño impulso (la necesidad) acaba provocando un uso más eficiente de esa investigación así como un desarrollo profesional más estimulante para sus protagonistas.