Aritz Urresti (centro) junto a Alex Casademunt (dcha.) y algunas de las experiencias de éxito del programa de Goalboxes presentado en su libro en el CBA de Madrid. | ALBERTO ORELLANA
“Me encantaría que la gente no tuviera que leer este libro, porque lo ideal sería que nadie les tuviera que enseñar a priorizar correctamente en su vida, pero el sistema educativo no lo hace”. Paradójica forma de presentar su libro la que ha demostrado este jueves Artiz Urresti en el Círculo de Bellas Artes de Madrid. El objetivo de su programa, y que ahora cuenta en el libro editado por Círculo Rojo, es simple: mejorar la productividad personal y profesional para alcanzar resultados satisfactorios. Así ha lanzado ‘Las cajitas del éxito. La metodología que ayuda a tu cerebro a priorizar’.
En él describe su método patentado y la experiencia que ha tenido durante diez años con más de 8.000 personas de perfiles y edades múltiples, la mayoría de ellos empresarios (6.500) y emprendedores. Jóvenes y adultos que, según las encuestas que ha hecho, en un 85% y un 70% respectivamente "valoran con un 3 o 4 -sobre 10- su felicidad interior”.
Ante todo el libro traslada un método que busca que nos enfrentemos a nuestro subconsciente, quien prioriza lo que la parte consciente luego lleva cabo. Un libro que “hace daño al subconsciente” y que, por tanto, requiere “atrevimiento para hacer una autocrítica real de nuestra vida”.
Acompañado de algunas de esas vidas que transformaron su sueño en acción, el CEO de Goalboxes, compartió con ayuda del cantante y presentador Alex Casademunt su plan para corregir la errónea priorización que hacemos de nuestros objetivos, que nos lleva a “dedicar muchas horas en cosas que no valen para nada”.
De su propia experiencia profesional observó que puede trabajarse el subconsciente mediante tareas o ‘cajitas’ que ordenan nuestros pensamientos. Serían como el eslabón perdido desde la planificación hasta la acción y realización “de nuestros sueños”, y que elimina las barreras mentales que nos ponemos para “ser libres”, ha dicho.
Artiz Urresti este jueves en el Círculo de Bellas Artes de Madrid.| ALBERTO ORELLANA
Algo que experimentó la directora de la Fundación Atresmedia, Carmen Beiger, quien sólo ha lamentado “no haber estado aquí hace 20 años” y que después del primer curso de Urresti “no pegó ojo” esa noche. Preocupada por el desempleo juvenil, Beiger ha desdeñado que en los colegios no se utilice este método, que “te hace reflexionar y te ofrece una solución”. Sólo tienes que tener el valor de cogerla.
El éxito está en cajitas que concretan las tareas. En lugar de ‘voy a ordenar mi cuarto el domingo’ decir ‘voy a meter en el tercer cajón de abajo…’. Concretar para “ayudar a nuestro cerebro a priorizar y dedicar más tiempo y de mayor calidad a lo que realmente es importante para cada persona”, ha resumido Urresti. Así lo han corroborado los diferentes tipos de personas, de experiencias que demuestran “que cualquier persona necesita hacer esa autocrítica”, como ha señalado.
Personas como Antonio del Hoyo, fundador del Business Up System, o Fernando Baldellou, socio de una consultora multinacional. Del Hoyo no ha ocultado su faceta de “cursillista” y ni la emoción de cómo este método ha cambiado la vida académica de su hija. Ha contado cómo se planteó “ser un empresario con vacaciones de profesor” y que buscaba reforzar la motivación del colectivo de PYMES al que representa.
Para él el éxito es, como decía Séneca: “Un lugar en el que coinciden la oportunidad con la preparación”, y ha recordado que, como reza el programa de Goalboxes, “para transformar un sueño en acción se requiere ante todo iniciativa”, orden, metas priorizadas y “una actitud proactiva”.
En una sociedad que valora el éxito académico y la capacidad económica por encima de la salud y los valores ético-espirituales, no es de extrañar que el sistema educativo no enseñe a priorizar ni ha desarrollar completamente la creatividad de los futuros ciudadanos. “El éxito no es ganar mucho dinero”, habiendo sacrificado todo para ello, sino “alcanzar un equilibrio” ha señalado Urresti, que critica un sistema educativo que “no conduce a los chavales por estímuloss que fomenten su creatividad, que acaba reducida a la anécdota”.