Emprendimiento femenino. ¿Problema? Diagnosticado: faltan mujeres. ¿Causas? También: impacto cultural, referentes opacos y autoestima baja. ¿Solución? "Pasar a la acción ya", porque a este ritmo la igualdad entre hombres y mujeres a nivel emprendedor (y en general) no llegará hasta el año 2262. "No podemos esperar 240 años", decía este martes el alto comisionado para España Nación Emprendedora, Francisco Polo, junto a varias emprendedoras e inversoras en el Espacio Fundación Telefónica de Madrid.
No hace falta repetirlo más, apostar por el emprendimiento femenino es una cuestión de "justicia social" pero además de carácter "estratégico", decía Polo. Lo hacía en el acto de debate organizado por Wayra en torno al próximo Día de la Mujer Emprendedora (19 de noviembre). Entre los grandes temas en los que se debe actuar están la educación, la visibilización de empresarias y científicas de éxito, la mejora en la conciliación profesional con la maternidad, o la normalización del acceso femenino a una inversión adecuada.
Solo así, alineando esfuerzos, se podrá aprovechar este momento de "oportunidad" para cerrar esta brecha de género "antes de que termine esta década", aventuraba Polo. "No pararemos hasta que tengamos el mismo número de startups fundadas por mujeres que por hombres; (...) el mismo grado de inversión; (...) y hasta que ocupen el lugar que les corresponde en uno de los sectores que darán forma al futuro de nuestro país", abundaba.
Hay que ponerse manos a la obra, especialmente con la educación de las nuevas generaciones, porque si no conseguimos que las niñas se sientan identificadas con la ciencia y el emprendimiento ya, "vamos tarde", comentaba Camila Polensvaig (directora del Grado en Emprendimiento en la UCJC). Para ella el gran reto de la educación es "cómo se cuenta la historia, la filosofía, las matemáticas...", donde los referentes son masculinos.
Guías como la presentada en 2021 sobre Mujeres Referentes del Emprendimiento Innovador en España ayudan a ello. Además, estamos en un momento de cambio educacional (de uno más "academicista" a uno "competencial") con un rol mucho más activo de los alumnos para descubrir su potencial. En suma, estamos en "el mejor terreno para destruir sesgos", argumentaba Pina de Paz (CEO de Kimple).
Una lucha que es responsabilidad de toda la sociedad, y no sólo de colegios o familias, matiza De Paz. "Las escuelas son perfectamente conscientes de lo que tienen, pero necesitan ayuda". Además del acceso a referentes, conseguir crear entornos de confianza entre las alumnas también se antoja fundamental. No es sólo promocionar el talento STEM entre los más jóvenes: "Seguimos encontrándonos con niñas con autoestima baja y que creen que están menos preparadas que los niños", señala Emma Fernández.
La vicepresidenta de la Fundación ASTI Talent & Tech lo tiene claro: "Lo que no se conoce no existe" para las chicas. Y necesitamos más talento científico que el 18% de españoles que realmente se interesa por la ciencia. Hay que lograr que las alumnas se sientan más cómodas entre hombres científicos, aunque no podamos olvidar que "las mujeres seguimos eligiendo las profesiones por vocación y no tanto por oportunidad", reflexionaba Fernández.
Esto quiere decir que esa vocación debe impulsarse dando visibilidad al impacto de las acciones femeninas en el ecosistema y la sociedad en general, abundaba. ¿Cómo? la de ASTI apunta también a las empresas para generar esos perfiles potentes. Gente con experiencia que tiene que pasar por una, hasta ahora "insuficiente" actualización digital. Por otro lado, se mantienen barreras como la descentralización educativa o la FP como "eterna olvidada", aunque crucial para la entrada científica femenina, indicaba Luis Miguel Olivas (director de empleabilidad e innovación educativa, Fundación Telefónica).
Y si hablamos de barreras, la maternidad tiene un poco de todo: sesgos culturales, estereotipos autoimpuestos... Y pese a que va evolucionando hacia la igualdad, todavía hay mucho por hacer. "Es un auténtico temazo", concedía Beatriz Magro (CEO de Komvida), y como tal surgió en las diferentes mesas de debate planteadas. Lo es, entre otras cosas, porque al final sí que parece que, pese a las necesidades de mejora, se va consiguiendo que si una mujer decide ser emprendedora, pueda hacerlo a su manera.
Frente a la única nota discordante o más tradicional de Paz Gimeno (la primera programadora de España), se vieron diferentes formas de afrontar ese trinomio mujer-emprendedora-madre. Y pese a todo, contar con ayudas como un buen servicio doméstico "de confianza" sigue siendo algo que no sólo se agradece, sino que se necesita. Sin ese espaldarazo en la crianza durante el emprendimiento femenino, mejor "olvídate", sentenciaba Magro. "Las mujeres tenemos que contarnos si disponemos de estos apoyos".
Otras como María Hernández-Alcalá (fundadora de FutureLife21) creen que emprender es "trabajar al límite", que "no hay conciliación", y que las bajas son "relativas". Los problemas extra vienen cuando se interioriza un concepto de madre y de éxito que no son compatibles: cambiar pañales y facturar millones, por ejemplo. Quizás sólo haya que dejar de poner tantas lavadoras y llevar la casa, para poder compaginar un trabajo (el digital) más versátil y ubicuo, con una maternidad algo acrobática, sí, pero también mejor vista. "Si tengo que firmar en una notaría en periodo de lactancia, me llevo a mi hijo, y al que le ofenda que mire para otro lado", defendía con dureza la de Komvida.
Los datos siguen siendo duros. Un estudio de Endeavor España refleja que entre el 13% y el 20% de las startups tienen una mujer como cofundadora en el país. "Y cada vez hay menos", relataba su director general, Antonio Iglesias. Si hablamos de cuántos fondos han levantado estas empresas en Europa, apenas suponen el 1,8% de la inversión total.
¿Por qué está ocurriendo esto? Porque las propias profesionales lo ven en su propio círculo de amistades, como decía Andrea Cayón (co-CEO Passporter). Cree que hay desconocimiento de lo que hacen perfiles como el suyo, y que la educación y un entorno familiar emprendedor tienen su peso. Aunque no cree que "nunca" sea tarde para aprender. "Nadie tiene las habilidades" de emprendedor, aunque sí más facilidad para desarrollarlas.
En cualquier caso, lo que está claro es que lo que sí que sigue pesando es una cultura del fracaso prohibitiva, y una "autoexigencia" mayor por parte de las mujeres, desgranaba Cristina Martín (CEO de Usyncro). Parece inevitable que, por ganas que tenga, la mujer potencialmente emprendedora tiende a hacerse "pequeña". "Nos falta creérnoslo un poco más", afirma Pepita Marín (CEO de WeAreKnitters). Bueno, eso y "dinero".
Es posible que ellas tiendan a lanzarse menos y apostar por algo cuando hay más "seguridad" que los hombres, más agresivos por no tener "plan B". Pero en definitiva todos los emprendedores tienen dificultades para acceder al capital (es el tercer gran reto para ellos en España). Por eso empieza quizás a chocar demasiado que sigan surgiendo preguntas personales ("¿de dónde sacas tiempo para emprender siendo madre?") a la hora de financiar los proyectos. Algo que no es así con los fondos "de fuera", asegura Martín.
Lo que está claro es que entre ellas se sienten más cómodas, y que cuantos más Venture Capital y Business Angels femeninos haya, más inversión habrá. Pero si el proyecto es bueno, no debería influir ante inversores masculinos. Porque al final, con lo difícil que resulta por ser mujer y emprendedora (y madre, si es el caso), las que llegan "son espectaculares", defiende Verónica Trapa (directora general en Swanlaab). "No es necesario vender humo, sino tener seguridad, confianza y credibilidad".