Los mercados financieros a nivel mundial han comenzado a temblar. Lo hacen después de la quiebra del Silicon Valley Bank, considerado como el banco favorito del capital riesgo, y que hace que muchos de los inversores y ahorradores de todo tipo se pregunten si estamos a las puertas de una nueva crisis financiera, como la que vivimos en 2008.
Pero las autoridades norteamericanas, a su cabeza el propio presidente Biden, descartan que la crisis desatada por el banco californiano se asemeje a la vivida por la quiebra de Lehman Brothers en 2008. Pero “sí pone de manifiesto la evidente vulnerabilidad de las entidades financieras estadounidenses, especialmente las de menor tamaño, ha indicado Javier de la Nava, profesor de Macroeconomía de la UDIMA.
Este experto ha señalado que estos bancos más pequeños, como el Silicon Valley Bank, “invirtieron una gran parte del mismo en bonos estatales”.
De la Nava ha explicado cómo hemos podido llegar a esta situación. “El periodo de bonanza vivido a lo largo de las últimas décadas por las startups tecnológicas propició captar ingentes sumas de dinero, principalmente a través de los fondos de capital-riesgo, que veían en el sector un potencial de rentabilidad al que contribuía un entorno monetario de tipos bajos, incluso negativos”.
Estos fondos captados se depositaban en bancos como el Silicon Valley Bank (SVB). El profesor de la UDIMA ha aseverado que “dada la imposibilidad de realizar el tradicional negocio bancario, es decir, realizar préstamos y rentabilizar el negocio por la vía tradicional de diferencia entre tipo de activo y de pasivo, el SVB recondujo el efectivo captado hacia la compra de deuda soberana estadounidense y realización de préstamos a largo plazo”.
Debido a la pandemia, se incrementaron estos depósitos y, por lo tanto, aceleró el esquema de negocio seguido por la entidad.
Ahora bien, De la Nava ha indicado que “en la segunda mitad del año pasado aparece un factor que cambia el marco de actuación: la fuerte subida de los tipos de interés por parte de los bancos centrales”, añadiendo que “la teoría monetaria básica recoge el factor sensibilización dde estos movimientos en el precio de los bonos”.
“Así, el alza de tipos arrastra caídas en el precio de los bonos, descensos que se incrementan en función del plazo de duración de aquéllos”, ha explicado el profesor de la UDIMA.
Cuando este tablero de juego cambió, el SVB tuvo que reconocer pérdidas importantes en su cartera de bonos a largo plazo. A eso hay que añadir que “la entidad tuvo que cubrir la retirada de depósitos por parte de las startups, lo cual provocó la necesidad de liquidez que llevó a SVB a vender (con evidentes pérdidas) parte de su cartera de bonos”, ha afirmado De la Nava.
Cuando se superó el capital propio del banco, se produjo una quiebra técnica, que provocó la alarma de los clientes de la entidad que acudieron a retirar sus ahorros lo antes posible. Finalmente, el pasado viernes los organismos reguladores cerraron el banco que veía cómo su cotización bursátil descendía aceleradamente. Esto provocó también un efecto dominó ya que otras entidades financieras se vieron afectadas por el efecto contagio, que se vio confirmado y ampliado ayer lunes.
“El riesgo de mismatch o desajuste financiero afecta más significativamente a este tipo de entidades, conocidas como liabilities driven, cuyas políticas de inversión están en gran medida vinculadas a pasivos y futuros, frente a las instituciones que practican la