Competición frente a cooperación, mito frente a realidad, así podríamos conceptualizar la contraposición entre las empresas con filosofía unicornio y las empresas con filosofía cebra. Sin pretender menospreciar o deslegitimar a unas frente a las otras, con estas líneas queremos explicar por qué que un modelo de negocio “en blanco y negro” basado en la eficiencia y la sostenibilidad a largo plazo puede contribuir más y mejor a fortalecer la economía de un país que una estrategia “multicolor” en la que el objetivo principales es conseguir un crecimiento exponencial y agresivo.
Desde hace una década se ha vendido el éxito emprendedor con noticias de rondas de inversión millonarias en empresas que escalan rápidamente, se expanden internacionalmente y se convierten en un fenómeno global. El sueño del éxito parece ser, por tanto, alcanzar en poco tiempo una valoración superior a los 1.000 millones de dólares y convertirse en un unicornio, asumiendo todo el estrés que supone esa presión.
Este enfoque está muy vinculado a la cultura de emprendimiento americana (en Europa nuestra forma de entender los negocios, y también nuestra regulación, es diferente), pero lo cierto es que solo hay unas 400 empresas en todo el mundo que entran en esta clasificación. El resto se quedan en el camino, y muchas terminan fracasando. Hay que señalar que más del 90% de las startups creadas desaparece a los tres años, y esto supone en la práctica una pérdida de inversión de tiempo, de recursos y de puestos de trabajo que se esfuma con ellas.
Sin embargo, existe otra forma de emprender, otra filosofía que lleva a entender el negocio de una forma más evolutiva, más sostenible en el tiempo, sin por ello perder nada de ambición. Estas empresas quieren crecer, por supuesto, y probablemente también son escalables y globales, pero fijan unos objetivos más realistas, por lo que la tensión que aplican a sus negocios es menor.
También necesitan inversión externa para poder avanzar y evolucionar, pero no como salvavidas para subsistir. Tal vez están perdiendo una oportunidad de obtener más beneficios en el corto plazo, pero aceptan esa parte del juego a cambio de construir un negocio que perdure en el largo plazo.
Mientras los unicornios buscan liderar el mercado y favorecen los monopolios, las empresas cebra trabajan con una filosofía colaborativa, cooperando con otras empresas para ofrecer soluciones integrales y efectivas, combinando beneficio (negro) con propósito (blanco) y preocupándose por generar un impacto positivo en el entorno.
Esto, en un escenario poscovid como el actual, todavía cobra más sentido que antes. La pandemia nos ha dejado nuevas formas de entender la vida y los negocios. La cooperación, buscar el bien común, tener un propósito, saber que nuestra empresa no solo se ha creado para crecer y ganar dinero, sino que también puede hacer cosas grandes por otras personas, por el planeta.
Apostar por nuevas formas de trabajo más colaborativas, más flexibles, que favorezcan la conciliación y la calidad de vida de las personas... Todos estos conceptos se han quedado ya en nuestro día a día, y encajan a la perfección con esta otra forma de emprender.
Cuando un emprendedor que tiene una buena idea decide hacerla realidad y crear su propio negocio, la pregunta que debe hacerse no es si quiere ser cebra o unicornio, sino qué tipo de empresa quiere ser, cuáles son sus objetivos y qué es lo que quiere aportar a la sociedad.
Con esas respuestas puede estar más cerca de una filosofía u otra, o quizá de ninguna de las dos, pero hablamos de una estrategia de negocio, más que de la elección de un concepto u otro, que debe estar alineada con su propia personalidad y con su forma de enfrentarse a la vida.
En España, el 97% del tejido empresarial son pymes o microempresas, por lo que apostar por la visión a largo plazo es, sin duda, más acertado para mejorar sus posibilidades de crecimiento y, con él, el de la economía en general, ya que supone un menor número de fracasos y la construcción de una riqueza más sostenible y colaborativa.
No se trata de desterrar a los unicornios, ya que al igual que otros sectores con multinacionales líderes a nivel global, este tipo de empresas siempre van a existir. Pero dar espacio a la filosofía cebra es una forma de impulsar el emprendimiento del país, de crear un espacio de crecimiento económico y de posibilidades de inversión en negocios que impactan positivamente en la economía y en el entorno.
En Living Crowdland apostamos por la filosofía cebra por convicción y formamos parte de la comunidad Zebra Unite, una red de emprendedores que prefieren combinar beneficio y propósito, ofrecer la máxima calidad en sus productos y servicios, ser transparentes en el cobro de sus servicios y, sobre todo, poner el foco en el éxito y la fidelización de sus clientes, y no en enamorar a los inversores.
En nuestra filosofía, cuidar a nuestro equipo para que pueda imprimir la máxima calidad al trabajo que realiza, y cuidar al cliente, dándole lo mejor de nosotros mismos para ayudarle a crecer, están por encima del propio beneficio.
Eso no significa que no seamos ambiciosos y soñadores pensando en el futuro de nuestra compañía, pero siempre hay diferentes caminos para poder llegar a los objetivos marcados, y cada uno debe de elegir qué camino es el más adecuado.