Por Redacción - Ene 14, 2021
Ser emprendedor. Dos palabras que suenan a lanzarse a una aventura, a tirarse de cabeza para descubrir un nuevo mundo en el que ser el dueño de tu destino y liderar un equipo que se coma a la competencia.
Dos palabras que dejan a un lado muchísimas cosas importantes. Resulta curioso, pero ser emprendedor y ser empresario son dos cosas que suenan prácticamente igual, pero se perciben muy diferentes. ¿Por qué es curioso? Porque el primer objetivo que todo emprendedor debe perseguir es el de ser un empresario. Y cuanto antes.
Es así. Montar una startup es algo que ilusiona por la perspectiva de futuro, por la magia del comienzo. Sin embargo, también es algo que debe dar un poco de vértigo. Startup es todo aquel proyecto joven y que está dando sus primeros pasos. Cuando ya es sólido a nivel financiero, pasa a ser una empresa establecida. El emprendedor pasa a ser empresario.
"El principal objetivo que debe perseguir una startup es dejar de serlo", tal y como asegura Íñigo Campos, gerente de Desarrollo Negocio Dental. Suena contradictorio, pero es lo mejor que le puede pasar a estos proyectos. Es así porque, como ya hemos adelantado, implica que todo está asentado y que hay un buen futuro para el negocio. Que tiene margen real para crecer y lo está haciendo.
Campos comenta, además, que «debes asegurarte de contar con un equipo bien preparado y variado». Tener claro el sector en el que os movéis y el tipo de servicio o de producto que vais a ofrecer a vuestros clientes. No importa que sean otras empresas o sean particulares, esto no debe fallar.
Asimismo, la rentabilidad es algo que siempre debe ser constante. En cuanto ésta falla, es porque algo no va bien en la startup y, por lo tanto, su objetivo, más que acercarse, se irá alejando poco a poco.
Puede sonar excesivo, pero, cuanto más tiempo tardes en hacer que tu startup se convierta en una empresa estable, más cerca estarás de llevar el proyecto a la quiebra. Parece una afirmación demasiado contundente, pero es una realidad que viene acompañada de una cifra muy clara: el 90 porciento de las startups falla.
Y lo hacen por no tener clara esa meta, por pensar que empezar un nuevo proyecto es algo que solo debe mirar a la satisfacción personal y del equipo, cuando la realidad es bastante más exigente. Está bien que os sintáis bien por hacer algo que os gusta, por compartir una idea y ejecutarla.
Pero no podéis olvidar que, «aunque suenen diferentes, las startups también son empresas», afirma nuevamente Íñigo Campos.
Sí, el emprendedor es un empresario, aunque no suene igual de bien. Tenerlo claro es prioritario, porque es la única forma de seguir adelante y crecer como es debido. Optimización, crecimiento, beneficios, rentabilidad. Son las cuatro palabras que deben acompañar al proyecto desde el primer momento.
Son las palabras que dejan claro que tu objetivo es el de dar forma a un negocio estable. Justo lo que tienes que perseguir en todo momento.