"A Dios pongo por testigo que no podrán derribarme. Sobreviviré, y cuando todo haya pasado, nunca volveré a pasar hambre, ni yo ni ninguno de los míos. Aunque tenga que mentir, robar, mendigar o matar, ¡a Dios pongo por testigo que jamás volveré a pasar hambre!"
Esta es, casi con total seguridad, una de las secuencias cinematográficas más famosas de todos los tiempos. Bajo el cielo anaranjado del atardecer en Atlanta, Scarlett O’Hara, firme sobre sus dos pies, lanzaba esta proclama a los cuatro vientos en la oscarizada “Lo que el viento se llevó (1939)”.
Este fragmento de la película de Victor Fleming (1939), toma especial relevancia considerando el contexto de crisis económica provocada por la pandemia de COVID-19, en nuestro país y en el resto del mundo.
Como Scarlett, debemos tener la certeza de que la COVID no podrá derribarnos y sobreviviremos a las turbulencias ocasionadas por la incertidumbre en la que nos ha instalado el virus, a todos los niveles. Estoy seguro de que la humanidad será capaz de reinventarse y salir reforzada de esta situación de crisis excepcional que, como sociedad, nos ha tocado vivir en este 2020.
Pero no todo es malo en el contexto de la COVID. Existen algunas malas prácticas en el entorno profesional que, gracias al coronavirus y a la digitalización del puesto de trabajo, pueden estar en vías de erradicarse. A continuación, me gustaría compartir contigo algunos de los –ismos a los que la COVID-19 puede haber dado la estocada final (y ojalá así sea).
El presentismo. La COVID nos ha permitido priorizar los diferentes aspectos que componen nuestra vida. Trabajo, familia, amigos, tiempo libre, salud… Y el trabajo remoto nos ha ayudado, en la mayoría de casos, a obtener más tiempo libre invirtiendo la misma cantidad de horas en el campo laboral. Por otro lado, las organizaciones ya priorizan el trabajo por proyectos, en aquellos ámbitos en los que es posible, y ofrecen una flexibilidad que permite que los empleados confeccionen su propio horario diario, semanal y mensual. El autoliderazgo y la confianza de los managers en el trabajo de sus colaboradores es un valor al alza, no en vano los últimos estudios acerca del trabajo en remoto nos hablan de aumentos superiores al 15% en la productividad de los teletrabajadores. Por lo tanto… ¿para qué quedarnos calentando la silla cuando podemos emplear ese tiempo en otras cuestiones que nos aportan más valor? Y, por último pero no menos importante, debemos propiciar momentos de desconexión digital en nuestras políticas de teletrabajo, para evitar la saturación de nuestros equipos en remoto.
El absentismo. Si podemos trabajar desde casa teniendo acceso a todas las herramientas profesionales necesarias para poder desempeñar con éxito nuestra labor entonces, como organización, estamos sentando las bases para minimizar las situaciones en las que los empleados tienen que ausentarse de la oficina. Si, además, disponemos de flexibilidad horaria para poder llevar a cabo nuestras tareas, el resultado de esta ecuación, según numerosos estudios llevados a cabo, es la reducción en un 25% de las cifras de absentismo.
El individualismo. El confinamiento total al que nos hemos visto abocados en la etapa más dura de la primera oleada de la pandemia, nos alejó de nuestros equipos de trabajo. Esta situación nos llevó a repensar, de un modo creativo, la manera en la que nos relacionamos con las personas de nuestro entorno y, por supuesto, en el trabajo hemos tenido que fortalecer nuestros vínculos tejiendo redes que nos permitieran desarrollar nuestra labor, de manera sencilla, con la mayor calidad posible. No son tiempos para los lobos solitarios. Estamos en el momento idóneo para hacernos más fuertes a través de la colaboración.
El “informalismo”. A pesar de que sigue y seguirá sucediendo en cualquier formato, en el entorno de trabajo digital es más difícil encontrar un momento para la rumorología de la máquina de café. Y si se reduce la comunicación informal, las empresas tienen una oportunidad de oro para estructurar la comunicación formal. Es el momento de alinear y motivar a los equipos de trabajo a través de la comunicación.
El “ocultismo”. El trabajo remoto ha impactado directamente en el “liderazgo ocultista”. Este tipo de liderazgo, el que no da visibilidad a las personas que forman parte de sus Equipos, en el formato digital no puede ejercer una influencia tan intensa como sí lo hace en el formato presencial, donde lo puede controlar todo. En el formato digital, los empleados tienen mayor capacidad para establecer nuevas relaciones y sinergias que les aportarán mayor visibilidad de su desempeño profesional. ¡Que así sea!
El inmovilismo. La crisis provocada por la COVID ha facilitado que las personas en sus facetas personal y profesional deban reinventarse, piensen en soluciones creativas, busquen alternativas diferentes a las habituales… Mantenerse quieto, inmóvil, ya no es una opción. Hay que pensar diferente si queremos obtener soluciones diferentes. Hay que mirar al futuro con la mente centrada en la búsqueda de oportunidades que, habitualmente, pueden aparecer en los periodos más convulsos, más inciertos y volátiles. Ahora, quizás, todo puede parecerte muy difícil, puedes verlo todo de color negro aunque, como decíamos al principio, este tipo de situaciones son la oportunidad perfecta para repensar todos nuestros procesos.
El “complejismo”. El trabajo en remoto y la lejanía con nuestros jefes, colaboradores y compañeros nos invita a aplanar la estructura de nuestra organización. No es eficiente seguir manteniendo estructuras y procesos de toma de decisiones muy complejas. Debemos ser capaces de simplificar para avanzar. En el momento actual la diferencia está en el hacer. Hay que hacer más y revisar menos. La clave está en la tolerancia al error y en pensar de modo ágil. Como decía en uno de mis anteriores artículos en este portal; “Intentar no es hacer”.
En lo que respecta a los puntos anteriores… ¡Que se los lleve la COVID! ¡Bien lejos! Pero cuidado con los siguientes. Los que vienen a continuación deben ser potenciados y preservados como si de un tesoro se trataran:
El compromiso.
El sentimiento de pertenencia.
La comunicación.
La colaboración.
La motivación.
El trabajo en Equipo.
La confianza.
La autonomía de los individuos.
…
Pero… ¿Cómo podemos preservarlos? ¿Cómo evitamos que se pierdan estos conceptos clave para el éxito de nuestro Equipo y, por ende, del conjunto de la organización? La respuesta está en el liderazgo y en la manera en la que los líderes fomentan medidas que impacten, de manera directa, en el desarrollo de los puntos anteriores. Mantener una comunicación frecuente con las personas del equipo, otorgarles la libertad para compartir propuestas, pedir feedback y facilitarlo, programar espacios de distensión durante la jornada laboral, dar visibilidad a su trabajo, contar con su opinión y experiencia para enriquecer los proyectos, ser flexibles ante las situaciones cotidianas que puedan alterar su normal desempeño… Esto solamente lo puede hacer un líder. Y lo puede hacer teniendo algunos aspectos básicos del Management de personas.
Escucha… mucho más de lo que hables.
Comprende… que hay situaciones excepcionales que pueden influir en el performance de los integrantes de nuestro Equipo. Toma en consideración todas las variables y actúa después de haber recibido toda la información. Piensa, además, que los momentos inciertos pueden afectar más a unas personas que a otras.
Facilita… un entorno propicio para la colaboración y la confianza entre todos los miembros del equipo. Proyectos, trabajos y responsabilidades de acuerdo a las necesidades y características profesionales de cada individuo.
Involucra… a todas las personas en el objetivo común del departamento. No deben haber diferencias en el trato entre los diferentes miembros del Equipo.
Informa… cualquier aspecto que pueda tener un impacto directo en el desempeño profesional de los profesionales de mi Equipo, debe ser puesto a su disposición. La información es básica para alinear en la consecución de los objetivos.
Comparte… los éxitos obtenidos y responsabilízate de los errores que se puedan haber cometido.
Interésate… las personas de tu Equipo tienen diferentes motivaciones profesionales, identifícalas y reparte las tareas y los proyectos en función de estas motivaciones. ¡Seguro que el resultado es mucho mejor!
“Si tus acciones inspiran a otros a soñar más, aprender más, hacer más y convertirse en algo más, entonces eres un líder”.- John Quincy Adams, ex presidente de Estados Unidos.
Y tú… ¿cómo inspiras a tu Equipo y a tus compañeros?