La crisis del coronavirus ha planteado escenarios repletos de incógnitas tanto a nivel social como empresarial. Es en estos momentos, más que nunca, cuando las organizaciones deben identificar y potenciar el llamado "capital psicológico" de sus empleados. Con él mejorarán, no sólo el rendimiento de su plantilla, sino que también se prepararán para vuelta, sin fecha pero certera, a la normalidad. Para afrontar esta difícil situación, parte de la clave será apostar por convertirse en una "organización positiva".
Y sólo puede lograrse si la empresa orienta sus esfuerzos por desarrollarse hacia los elementos que definen el "capital psicológico". El profesor de la Universidad a Distancia de Madrid, UDIMA, José Manuel Chamorro, expuso este martes cuáles son aspectos que debemos buscar en los empleados. Lo hizo durante su participación en el Ciclo de Conferencias online y gratuitas convocadas por el Grupo Educativo CEF.- UDIMA, propietario de TodoStartups, bajo el hashtag #QuédateEnCasa, con motivo de la crisis del coronavirus.
El capital psicológico tiene, según explicó Chamorro, una relación directa con la posicología positiva cuyos factores tienen mucho que ver con las emociones. Algo que estamos viendo estos días: ayuda común, esperanza de tiempos mejores, la carencia de relaciones sociales... Todos ellos son elementos que definen a las denominadas "organizaciones positivas", que son aquellas donde "se trabajan, estudian y aplican fortalezas psicológicas desarrolladas para mejorar el rendimiento de las personas", apuntó el docente.
La organizaciones positivas trabajan los llamados "estados psicológicos", más mutables que los rasgos que conforman la personalidad de los trabajadores, explicó. Según trasladó, el "capital psicológico" sería "un estado de desarrollo psicológico positivo" que permite a través de la creatividad y el liderazgo, "inducir mejoras en el rendimiento de los empleados". ¿Qué elementos trabaja? La autoeficacia, la esperanza, el optimismo y la resiliencia.
De todos ellos, Chamorro destacó especialmente el último. En su opinión es "uno de los pilares" de la mencionada psicología positiva. Hace mención a esa "capacidad desarrollable de recuperarse de la adversidad" (Luthans, 2002). Ser resilientes nos ayudará a afrontar la crisis y nos preparará para cuando todo acabe, afirmó. Y es un elemento que "modifica los estándares de rendimiento de las empresas". Es decir, funciona como trampolín mejorarlo.
Según declaró, las personas resilientes producen "mejores resultados" en el contexto laboral. Con ellos será más fácil afrontar los momentos de vuelta progresiva a la normalidad y la actividad. "Hay estudios que indican relaciones entre resiliencia y rendimiento laboral, y también con satisfacción, compromiso…", defendió.
Por otra parte, el profesor del Máster Universitario en Dirección y Gestión de Recursos Humanos de la UDIMA, recaló en los factores que relacionan esta disciplina con la "agilidad para aprender". Tal como explicó durante su ponencia, esta habilidad la conforman rasgos como la agilidad mental, para el cambio, para tratar con las personas y para gestionar resultados. Y que están vertebradas por un elemento "transversal", que es la capacidad de conocer las fortalezas de uno mismo, también denominado self awareness.
Según expuso, las personas que son más conscientes de su potencial son, por lo general, "más extrovertidas, centradas, originales, flexibles y menos complacientes". Son personas satisfechas, motivadas y comprometidas. Rasgos que definen a las organizaciones positivas. Más sociables, organizadas, y propensas a crear y aceptar el cambio, algo "interesante" en momentos de transformación como los que atravesamos.