Fuente: https://twitter.com/Uber_Col
Se acerca la fecha de decirle adiós a UBER en Colombia y la solución a los servicios que prestan este tipo de plataformas digitales no pasa de la discusión. Esta realidad puede ser entendida como una evidencia adicional a la incomprensión que tienen muchos empresarios en el país sobre la política de desarrollo económico que viene implementando la administración Duque poniendo en el centro a la “economía naranja”.
Se supone que las startups de base tecnológica y los desarrollos empresariales en entornos digitales son la mejor expresión de la 4ª revolución industrial y los ejemplos que sirven en las universidades para orientar el espíritu emprendedor en los más jóvenes; sin embargo, situaciones como las que se presentan hoy en el país con el gigante tecnológico del transporte de pasajeros puede generar muchos desalientos a los más románticos propósitos de generación de empresa.
En mi cátedra de Business Intelligence de los pregrados en Administración en CEIPA Business School, uno de los contenidos en los que más me detengo es en el de análisis de entornos; dejo claro a mis estudiantes que cualquier iniciativa empresarial a emprender debe medir, con detalle, las fuerzas que ejercen la política, la economía, la sociedad, la tecnología, la ecología y las leyes en los mercados; estoy seguro que UBER encontró, al momento de ingresar al país, un entorno competitivo atractivo para su modelo de negocio, el cual en la práctica fue bastante exitoso; eso lo digo como usuario de la plataforma.
Sin embargo, tal parece que el mismo vacío en el ordenamiento jurídico colombiano que le permitió al país recaudar impuestos por la actividad que ejercía UBER en el territorio, es el pretexto que se está usando para desacreditar su operación y el servicio que presta.
La discusión básicamente está en que para el Ministerio de las TIC la plataforma es legal, pero para el Ministerio de Transporte el servicio de transporte público de pasajeros no puede ser prestado por esta plataforma. Todo ello sin contar con la presión que ejercieron el gremio de taxistas al Gobierno Nacional en medio de un periodo de protestas sociales en el país.
Esta penosa situación, me lleva a recordar a Alvin y Heidi Toffler y su libro Revolutionary Wealth (la Revolución de la Riqueza), en donde uno de sus argumentos se centra en la inconveniencia de las instituciones provenientes de las tres primeras revoluciones industriales en la economía actual. En este texto, los autores se atreven a estimar las velocidades para asumir los cambios en esas instituciones; y para este caso puntual, las leyes van a 2 Km/h mientras que las empresas van a 160 Km/h.
Fuente: Innovación Pedagógica CEIPA Business School
Así pues, parece que hasta hoy UBER va perdiendo la carrera, a pesar de ir a 158 Km/h más rápido que su oponente; de hecho, en la actual edición del Foro Económico Mundial en Davos Suiza, UBER sorprendió solicitando a Colombia un “decreto de emergencia” que les permita seguir operando.
Como nación nos urge poner el acelerador y mejorar la velocidad con que la ley asume los cambios en relación con las empresas y dejar esa atemporalidad que tanto afecta la lectura de los entornos competitivos nacionales y que pueden estar afectando la inversión local y la atracción de inversión extranjera directa que son de absoluta importancia para el crecimiento y desarrollo económico del país.