Si algo describe el emprendimiento como concepto es la capacidad de resolver problemas sobre la marcha. No cabe duda alguna de que la actuación de los ingenieros en la operación de rescate del pequeño Julen, atrapado el pasado mes de enero en un pozo en la localidad malagueña de Totalán, es el paradigma de la ingeniería más emprendedora.
El Instituto de la Ingeniería de España (IIE) tributó homenaje este jueves a los dos principales artífices de la operación, el ingeniero de caminos Ángel García Vidal, coordinador y portavoz del equipo de rescate, y el ingeniero de minas Sergio Tuñón, director técnico de la Brigada Central de Salvamento Minero. El homenaje, que llevó por título ‘La ingeniería en situaciones de emergencia. El rescate de Totalán’, bajo el patrocinio de la Mutualidad de la Ingeniería, fue dirigido por el presidente del IIE, Carlos del Álamo Jiménez.
“Nunca antes se informó con tanta precisión de una operación de este calibre”, afirmó Francisco Cal, presidente del Comité de Comunicación y Divulgación del IIE, quien subrayó que el de Totalán “fue un problema técnico y de humanismo” que cumplió los tres pilares en que se asienta la transparencia informativa, “la comunicación, la coherencia y la confianza. Primero personas, luego papeles”.
Ángel García Vidal, el ingeniero que ejerció de portavoz, y quien explicaba a los medios de comunicación el desarrollo de la operación, afirmó que “siempre se trabajó con la hipótesis de que (Julen) estaba vivo. No era un capricho. La decisión era esa y no podía ser otra, y eso fue determinante para diseñar la operación”, reconoció.
Explicó que en los trece días que duró el dispositivo, en ningún momento se vio al niño. Al principio, como se sabe, se inició una succión de la tierra que supuestamente habría sepultado al pequeño, pero al no dar los resultados esperados, al día siguiente del accidente el Colegio de Ingenieros de Málaga recibió la primera llamada: “En media hora aparecimos una docena de compañeros voluntarios para acudir a Totalán. Luego se sumaron geólogos, ingenieros de minas, topógrafos, etcétera”, explicó García Vidal.
El ingeniero indicó que por decisión de la autoridad no se podía emplear ningún método constructivo en la vertical del pozo para preservar su integridad, pero sobre todo la de Julen. Confesó García Vidal que “el paso del tiempo fue nuestro peor enemigo”.
El jueves le pidieron ser el portavoz ante los medios de comunicación, rol que ejerció, como le encargaron, “desde la veracidad, la prudencia y la humanidad”. El resto del relato ya es conocido. “Para todos los que estuvimos allí, Julen también fue nuestro hijo”.