Por el mero hecho de usar Zapya, aplicación móvil muy utilizada en Cuba -que “transmite señales, signos, sonidos, imágenes u otro tipo de información sin la autorización debida, empleando las ondas electromagnéticas”- se violaba una obsoleta Ley del Espectro Radioelectrónico en Cuba.
Por su desactualización, dicha ley chocaba constantemente con los nuevos escenarios que vive el país caribeño. Además, lastraba el desarrollo del trabajo privado y frenaba la iniciativa personal en cuanto al uso de redes inalámbricas y alámbricas fuera del control estatal.
Sin embargo, una nueva actualización de la misma en días recientes ha cambiado las reglas y permite ahora que tanto personas naturales como jurídicas puedan crear redes en sus domicilios, lo cual incluye a los emprendedores cubanos, conocidos como Trabajadores por Cuenta Propia (TCP).
Ello pudiera allanar el camino para una Transformación Digital de los negocios cubanos que, de concretarse, sería muy provechosa para la economía de la Isla.
Si bien el acceso a internet en Cuba aún es caro en correspondencia con los salarios de la mayoría de la población, la apertura propiciada por el cambio de normativas es una oportunidad para que surjan nuevos modelos de negocios y ventajas competitivas.
Aunque para muchos emprendedores cubanos trasformar negocios es sinónimo de estar en el ecosistema digital -lo cual no es cierto-, ya sí pudiéramos comenzar a hablar en Cuba de un cimiento hacia la transformación digital.
Esta es un proceso que sitúa al cliente en el centro de todo, para lograr una ventaja competitiva en cuanto al producto, servicio o la entrega, aspectos que permiten pensar en nuevos modelos de negocio y ser rentables y sostenibles.
Pero eso no es tarea de hoy para mañana. Es como jugar al ajedrez, juego en que conoces que cada pieza tiene su función y que se interconectan entre sí, en función de una estrategia digital que pasa por tres componentes fundamentales: gestión de la experiencia del cliente (experiencia de usuario, entender al cliente, nuevos canales digitales), de la tecnología (inteligencia artificial, big data, etc.) y la empresa (cultura digital, digitalización de procesos).
La transformación digital, por tanto, no es solo para empresas tecnológicas: es para todos. En un país que aún no muestra todo su potencial en este campo, los emprendedores tienen mucho qué decir todavía.