¿Qué aptitudes debe tener todo emprendedor para tener éxito? ¿Debe el fundador de una startup ser un buen vendedor, o bastaría con que sea un buen director de personas para alinear a su equipo con los objetivos de la empresa? ¿debe tener obligatoriamente parte de ambas características o es suficiente con destacar en algunos aspectos concretos para llevar adelante el proyecto?
En el entorno actual de globalidad y competitividad empresarial en el que las startups se desarrollan, donde la incertidumbre y el riesgo son las características predominantes, atrás va quedando ya la figura del “jefe” como figura jerárquica y aislada cuyas decisiones marcaban la estrategia de las organizaciones, siendo sustituida por una figura más actual del “líder” transformacional, o incluso de equipos de liderazgo compartido, basada en el trabajo en equipo y la participación colaborativa.
Y es que el liderazgo ha pasado a ser una de las principales habilidades en la dirección empresarial a nivel general, de áreas a nivel particular, y por supuesto para todo emprendedor que esté desarrollando su proyecto.
Podemos realizar una aproximación al término Líder al definirlo como la persona que actúa de guía para un grupo de personas por sus capacidades y su facultad de influir, inspirar e incentivar al resto de los miembros del grupo en pos de un objetivo común. En este sentido el líder toma la responsabilidad de promover la colaboración, impulsar al grupo, proporcionar la energía necesaria para su avance, y desarrollar estrategias de persuasión ya que según el psicólogo estadounidense Daniel Goleman (2002), padre de la Inteligencia Emocional, «la tarea fundamental del líder es despertar los sentimientos positivos de sus colaboradores, y ello ocurre cuando el líder crea resonancia».
Es por ello que un emprendedor-líder ha de buscar un equilibrio entre el ámbito racional (análisis, información, datos, estudios, …) y el ámbito emocional (sentimientos, instintos e intuición) en la búsqueda de decisiones más inteligentes.
Mucho se ha escrito sobre ejemplos de líderes y de casos de éxito de emprendedores que se han convertido en “mitos” dentro del ecosistema startup; sin embargo, dejando atrás el lado más romántico de los mismos, considero que las capacidades personales más importantes que ha de tener un emprendedor se resumen en:
Compromiso con los intereses y la estrategia de la organización o startup.
Determinación y confianza en sí mismo para lograr los objetivos propuestos.
Entusiasmo y pasión en las actividades a realizar.
Resiliencia, entendida como la capacidad para afrontar la adversidad, los miedos y lograr adaptarse ante las tragedias, los traumas, las amenazas o el estrés. Ser perseverante y constante ante los contratiempos.
Dinamismo para acometer las tareas a desarrollar.
Sinceridad para afrontar los errores y los fracasos.
Responsabilidad en el acto de cumplir con las políticas y normas de la empresa, y con los compromisos contraídos con los clientes.
Honradez y ética profesional, lo que implica ser una persona íntegra, incorruptible y leal.
Estas capacidades personales han de estar presentes en un buen emprendedor, empresario, directivo y líder a la hora de inspirar e incentivar al grupo.
Como complemento a todas estas capacidades personales indicadas que todo buen líder ha de tener, si nos centramos en particular en la figura del emprendedor, se han de tener en cuenta también determinadas habilidades y destrezas profesionales para desempeñar de una forma óptima sus funciones. Estas habilidades se corresponden con:
Saber Escuchar y atender a todos los protagonistas, clientes, trabajadores y otros directivos. Para ello se necesita espíritu de equipo estando siempre dispuesto a colaborar y ofrecer alternativas.
Ser Creativo para ofrecer nuevas ideas en los momentos en que se las necesita.
Ser buen comunicador y hábil en las negociaciones o lo que comúnmente denominamos “tener mano izquierda” para decir o hacer algo que es necesario sin ofender a la otra parte, pero al mismo tiempo sin dejar que ellos saquen ventaja de la situación.
Empatía y algo de psicología, lo que conlleva ponerse en el lugar de la otra persona y de sentir una situación o sentimiento de la otra parte como si fuera propia.
Mantener la inquietud comercial a través de la exploración de nuevos mercados y la localización de potenciales clientes.
Generar y cultivar relaciones duraderas con los clientes, buscando la fidelización con la empresa. Para ello será importante saber determinar las necesidades y deseos de los mismos e interactuar continuamente con ellos.
Obtener la habilidad para crear presentaciones de venta y cierres de venta eficaces.
Estar en constante alerta del entorno y retroalimentar a la empresa de lo que sucede en el mercado.
Desarrollar Inteligencia Emocional, que Daniel Goleman dio a conocer al público en 1995 definiéndola como “la capacidad de reconocer nuestros propios sentimientos, los sentimientos de los demás, motivarnos y manejar adecuadamente las relaciones que sostenemos con otros y con nosotros mismos”.
Este tipo de habilidades pueden estar más o menos desarrolladas en unas u otras personas, pero en todos los casos pueden irse desarrollando con aprendizaje, conocimiento, esfuerzo y experiencia.
Las capacidades de liderazgo que hemos visto anteriormente, sumadas a las habilidades profesionales descritas, han de tener como base un amplio conocimiento de la empresa, de su historia, su misión, su estrategia, los productos y servicios que desarrolla, y el mercado donde se opera.
Un proyecto empresarial de éxito está compuesto por un 10% de idea y un 90% de acción. Es por tanto clave para cualquier emprendedor desarrollar un autoaprendizaje basado en las experiencias y las acciones llevadas a cabo directamente en el mercado, lo que nos permitirá conocer de primera mano a nuestros potenciales clientes, competidores y partners.
Estas acciones se han de centrar principalmente en:
Conocer el entorno. Disponer de la mayor cantidad de información posible sobre el entorno donde vamos a desarrollar nuestra actividad es uno de los activos más importantes a la hora de enfrentarse a la difícil tarea de crear una nueva empresa. Es clave conocer los aspectos internos de nuestro grupo, sus fortalezas y debilidades, y los aspectos externos del entorno, las amenazas de nuestros competidores y las oportunidades existentes.Mediante la observación directa y los estudios de mercado podemos comprender aspectos del entorno general, como son los factores sociales, políticos, demográficos, gubernamentales, económicos y tecnológicos, y aspectos del entorno sectorial donde estará encuadrada nuestra organización, tales como nuestros competidores, productos o servicios prestados por ellos, barreras de entrada, clientes potenciales, proveedores y posibles productos sustitutivos que pueden satisfacer la misma necesidad que los desarrollados por nuestra empresa. Conocer todos estos factores nos permitirá disponer de unas herramientas importantísimas en la toma de decisiones
Innovación y creatividad. En un entorno empresarial tan competitivo, atomizado e incierto como es el actual, la diferenciación es un factor clave para obtener ventajas competitivas sobre nuestros rivales. La innovación y la creatividad nos proporcionan esa diferenciación tan necesaria para que nuestra empresa pueda desarrollarse y crecer.Tal y como enunciaba Albert Einstein en una de sus frases célebres "en los momentos de crisis sólo la creatividad es más importante que el conocimiento". Y es que esta creatividad nos proporciona la capacidad de crear nuevas soluciones y de modificar las actuales con enfoques diferentes resolviendo problemas de manera original. Estos nuevos enfoques permiten a la empresa ganar posiciones frente a los competidores abriendo nuevos canales y creando nuevas relaciones con el entorno.
Establecer alianzas estratégicas. Hoy en día prácticamente nadie pone en duda que el trabajo en equipo, dentro de una organización, es crucial para desarrollar tareas más eficientes y productivas. Las sinergias creadas dentro de un grupo cohesionado hacen que el resultado final sea mayor que la suma de las individuales de cada miembro.Si el trabajo en equipo lo extrapolamos al entorno exterior, las alianzas estratégicas se convierten en una de las herramientas más importantes para fortalecer nuestra empresa. El establecimiento de estas alianzas es una buena manera de acelerar el potencial de nuestro negocio, de crecer como empresa y generar nuevos vínculos empresariales importantes. A través del desarrollo de objetivos y propósitos específicos las partes pueden beneficiarse por igual en la oferta de productos y servicios hacia un mismo mercado.
Solicitar el asesoramiento de profesionales. Como última recomendación quiero destacar la necesidad de rodearse del asesoramiento de profesionales en las diferentes áreas que se ponen de manifiesto cuando se crea una empresa. Es un error muy habitual en los nuevos emprendedores “abarcar” todos los campos para abaratar y reducir costes, pero a medio plazo resulta más un problema que una solución. En el desarrollo de una empresa aparecen actividades muy diversas como procesos legales, tributarios, jurídicos, contratos, imagen corporativa, marketing, producción, … es por tanto necesario rodearse de profesionales en cada uno de estos campos y de subcontratar, en las fases iniciales de nuestra empresa, la mayoría de estos servicios para dar una respuesta adecuada a nuestras propias necesidades.
Un emprendedor ha de ser un buen director de personas a través de las habilidades y capacidades directivas basadas en el liderazgo. Apoyando esta vertiente de líder hay que sumar al perfil ciertas capacidades profesionales de empatía, negociación y ventas, alineadas con la acción y el autoaprendizaje a través del conocimiento de los intereses y estrategias de la empresa, sus productos y servicios y el mercado actual. Como vemos se trata de un perfil multidisciplinar en el que la dirección de las personas es la llave para crear un grupo comprometido y alineado con la organización y el proyecto empresarial.