Por Redacción - Dic 14, 2017
El Informe Especial Global Entrepreneurship Monitor (GEM) sobre Emprendimiento Femenino revela que en los últimos dos años la actividad emprendedora de las mujeres de todo el mundo ha aumentado un 10% mientras que la diferencia de género se ha estrechado un 5%.
En España, esta brecha ha disminuido un 6,5% en el mismo período (55,7% hombres vs 44,3% mujeres en 2016 frente a 58,5% hombres vs 41,5% mujeres en 2014), siguiendo la tendencia de los últimos 10 años, en los que se ha estrechado un 36%.
El informe recopila datos entre 2014 y 2016 sobre la actividad emprendedora de 74 países en función de su desarrollo económico: economías impulsadas por factores de producción, impulsadas por eficiencia o impulsadas por innovación, entre las que se encuentra España. La iniciativa mundial GEM cuenta en España con el apoyo de Banco Santander, la Fundación Rafael del Pino y la coordinación del Centro Internacional Santander Emprendimiento (CISE).
Los datos de emprendimiento femenino varían de forma considerable entre las economías encuestadas: La TEA (Tasa de Actividad Emprendedora) femenina va desde el 3% en países como Alemania, Italia y Francia al 37% de Senegal. Sólo en cinco países del Sudeste Asiático y América Latina el porcentaje de emprendedoras es igual o superior al de los hombres. En general, a medida que aumenta el nivel de desarrollo, el número de negocios establecidos por mujeres disminuye, aumentando la brecha de género.
La TEA femenina en España está por debajo de la media europea (4,7% frente a un 6,3%), aunque por encima de otras economías impulsadas por innovación como Francia (3,4%) o Italia (3,3%). Esto se debe a la baja percepción de oportunidades de las españolas y se proyecta a futuro a través de la tasa de intención femenina en nuestro país, que no llega a la mitad de la media europea (5,7% frente a un 12,4%).
El informe refleja que la mayoría de las mujeres en las economías impulsadas por la innovación no se creen capaces de emprender (casi un 35% frente al 67% en las economías menos estructuradas), a pesar de poseer altos niveles educativos.
En este sentido, la emprendedora americana Ingrid Vanderveldt, líder del movimiento “Empowering a Billion Women by 2020 (EBW)” y miembro del Consejo Global de Emprendedores de Naciones Unidas, sostuvo en una conferencia organizada por el CISE que “los hombres no esperan a tener todos los recursos o la información para crear empresas, simplemente se lanzan y no se lo piensan. Por el contrario, las mujeres quieren estar totalmente preparadas y conocer al 100% aquello de lo que hablan".
Esta necesidad de tener todo bajo control condiciona la percepción de capacidades y limita la generación de nuevos negocios femeninos. Frente a ello, Vanderveldt ve necesaria la generación de ecosistemas de emprendimiento donde las mujeres compartan experiencias con otras emprendedoras y pierdan el miedo a liderar nuevas empresas. El informe confirma esta teoría y revela que allí donde las mujeres tienen contacto con emprendedores hay tasas más altas de emprendimiento femenino.
La tasa de mujeres emprendiendo por necesidad supera en un 20% a la de los hombres. No obstante, en los países con economías innovadoras donde el nivel de educación es más elevado, las mujeres emprenden por oportunidad casi en un 80%. En España, la tasa de españolas que han decidido emprender por necesidad se ha mantenido estable en los dos últimos años (25,1%), por lo que más del 70% están comenzando negocios motivadas por las oportunidades del mercado.
En cuanto a la forma de emprender, el 10% de las emprendedoras encuestadas dirigen sus negocios por su cuenta y no tienen intención de sumar empleados en los próximos cinco años: la tendencia de empresas unipersonales se refleja en Europa, región con la mayor proporción de mujeres con este tipo de negocio, y contrasta con EE.UU., que tiene la tasa más baja.
En España el 13,4% de las mujeres emprendedoras esperan contratar a seis o más personas en los próximos cinco años. Este porcentaje de expectativas de crecimiento supera a los de Francia y Alemania, pero no alcanza la media europea situada en 28,3%, inferior a la de EE.UU. (37,4%).
El informe concluye que factores como la mayor presencia de las mujeres en política y la existencia de un estado de derecho están asociados positivamente con la actividad emergente de las mujeres, permitiendo eliminar las barreras culturales e institucionales al emprendimiento y formular políticas que promueven la participación femenina en la economía.