Entrevista con Pedro Campoy Torrente, ganador en el área de Turismo y Ocio del concurso: ‘Innovacef Emprendimiento/Intraemprendimiento científico’ que auspicia la Universidad a Distancia de Madrid (UDIMA).
¿Podrías indicarnos un breve resumen de tu trayectoria profesional en general y de la científica en particular?
Empecé a aproximarme desde el mundo asociativo a la investigación científica mediante el desarrollo de proyectos aplicados a la profesión de los criminólogos. Posteriormente, he ido compaginando esta tarea con la docencia en distintos niveles. Desde 2013 he colaborado en tareas de consultoría en el ámbito de la seguridad y la convivencia, y en 2015 decidimos establecer nuestra propia empresa consultora en materia de prevención de la delincuencia y la intervención, así como para ofrecer formación especializada en nuestras áreas de especialización.
¿Cuáles son las líneas generales del proyecto con el que has ganado el INNOVACEF?
El proyecto versa sobre la mejora de la convivencia y la seguridad en entornos de ocio. En líneas generales, trata de ofrecer, en tiempo real, y en función de las necesidades del demandante, distintas posibles soluciones que le permitan tomar decisiones rápidas para poner en marcha medidas más efectivas y eficientes de cara a mejorar la seguridad de los usuarios.
Además, este proyecto no sólo se circunscribe al sector público, sino que también pretende ser una herramienta para el sector privado, dado que las medidas que se ofrecen no sólo se circunscriben al espacio público. Igualmente son de aplicación a los espacios privados. En función de la naturaleza de la demanda, además, puede fomentar el acercamiento entre los empresarios y las administraciones, dado que muchas medidas requieren acercar posturas en función de las necesidades concretas que se presentan.
¿En qué situación se encuentra actualmente?
En estos momentos soy autónomo, por un lado, y por otro profesor asociado en la Universidad Rey Juan Carlos. Al mismo tiempo, realizo mis estudios de doctorado en la Universidad de Málaga.
¿Qué apoyos necesitarías para emprender tu proyecto?
Es evidente que el apoyo de un inversor inicial que crea en el proyecto es importante. La ventaja de éste es que requiere de una inversión inicial baja, en términos económicos. Lo más complicado es tener el apoyo del sector de ocio y, cómo no, de las administraciones. Los “nuevos” servicios orientados a la seguridad suelen verse con recelo, dado que la garantía de la seguridad en estos entornos han recaído sobre empresas de seguridad privada, por una parte, y sobre las fuerzas y cuerpos de seguridad, por otro. El principal punto fuerte de nuestro servicio es que puede ser utilizado por ambas esferas, sin que ello suponga una pérdida de competencias o de puestos de trabajo. Antes bien, es posible generar nuevos puestos de trabajo a partir de las necesidades detectadas y de las soluciones propuestas.
Por ello, es fundamental que se acerquen a conocer el producto sin los prejuicios que todo el mundo poseemos: el sentido común. En nuestra ciencia, sabemos que el sentido común no funciona para prevenir. De la misma manera, no pretendemos ofrecer un producto basado en el riesgo cero: el riesgo cero no existe, pero entre eso y el riesgo actual sí existe un margen de mejora, y es lo que buscamos.
¿Qué esperas de la formación que te vamos a proporcionar desde UDIMA y ARATECH?
Fundamentalmente, espero conocer mejor los mecanismos que llevan a convertir una compañía en una empresa de carácter social, con una alta tasa de transferencia del producto a la sociedad. Por otra parte, también espero poder aprender a mejorar los procesos de rentabilización de los productos, dado que en ocasiones es difícil saber si este tipo de producto basados en la convivencia tienen un recorrido a medio plazo que permita la supervivencia de la empresa.
España a nivel internacional ocupa posiciones que tienen que ser mejoradas tanto en emprendimiento como en intraemprendimiento, ¿Cuál crees que puede ser el papel de los investigadores para apoyar la mejora en estos aspectos?
Imagino que la tradición española en el sector de la transferencia es aún “menor de edad” en comparación con otros países. Del mismo modo, también creo que depende del sector. En sectores de carácter tecnológico “puro y duro”, la influencia de otros polos tecnológicos es clara, y por tanto, las join ventures, o los procesos de generación de spin-off(s), han sido más dinámicos que en el sector de las ciencias sociales.
En relación a las ciencias sociales, la tradición marcadamente crítica de la academia (que, antes de que se malinterprete, creo necesaria y altamente positiva para el desarrollo de trabajos de investigación y para la mejora de la convivencia y la paz social), ha llevado a que la transferencia con carácter aplicado sea menor.
Del mismo modo, la relación con los ámbitos tecnológicos (de las ciencias sociales), siendo cada vez mayor, es aún escasa: fundamentalmente, porque existe la visión de que las ciencias sociales no aportan nada al desarrollo tecnológico.
Esta visión está empezando a cambiar, pero aún queda un largo camino por recorrer. Asimismo, estoy convencido de que la crítica a la que aludíamos es perfectamente compatible con la transferencia: lanzar un producto con clara vocación social, basado en evidencia científica y con la voluntad de desarrollarse en entornos diversos, no está para nada reñido con realizar una crítica de cómo funciona el producto en diferentes lugares. Esta doble transferencia, en ocasiones, es difícil de observar, pero existen buenos ejemplos de que es altamente útil para el desarrollo de iniciativas aplicadas y de investigaciones académicas.
Con respecto a tu área de conocimiento, la Criminología, ¿Consideras que tanto el emprendimiento y el intraemprendimiento pueden ser unas adecuadas salidas profesionales?
Totalmente. De hecho, sin el emprendimiento no tendría sentido ninguno de los logros académicos de los últimos años. No obstante, existen barreras diversas de inserción profesional. Entre otras, el desconocimiento profundo entre formadores de qué es y para qué sirve la criminología. Y, además, la alta dependencia tradicional de trabajos que requieren de nuestros conocimientos en el sector público. No obstante, existen iniciativas en nuestro país de esta naturaleza. Pocas, pero desde que nosotros empezamos en 2013, algunas más. Esto invita al optimismo. Aunque siempre es posible acelerar el proceso, creo que de forma natural se están creando plataformas de emprendimiento en nuestro ámbito. A nivel de intraemprendimiento, y más concretamente, ligado al ámbito académico, esto va a costar. De hecho, esperamos que nuestra iniciativa pueda verse favorecida por el proceso de doble transferencia académico-empresarial, pero es pronto para hablar de un proceso típico de spin-off en nuestro ámbito.
¿Por donde crees que irán las futuras líneas de investigación en la Criminología?
Lo típico es aludir a la ciberdelincuencia y, cómo no, a los procesos de control del delito. No obstante, los avances en genética del comportamiento y en aspectos vinculados a la neurología van a jugar un proceso clave en los próximos años en términos de aplicación de la criminología. Y, en cierto sentido, creo que necesitaremos un regreso al pasado para poder entender los avances que se produzcan: los mecanismos de génesis, mantenimiento y desistimiento de la delincuencia, así como las formas de control del delito y de los delincuentes, así como de evitación de víctimas y apoyo de las mismas, van a seguir vinculadas a las teorías más tradicionales. No obstante, el cómo se desarrollan estas cuestiones va a depender de dos cuestiones claves: cómo se integran estas pautas en el mundo tecnológico (y a la inversa) y cómo los nuevos avances científicos en la compresión del comportamiento humano se integran en las explicaciones clásicas.
¿Qué les decimos nuestros criminólogos que quieran iniciarse en la carrera científica?
En mi modesta opinión, deben huir: huir de la tradición, huir del pesimismo y huir, especialmente, de los prejuicios. Para poder desarrollarse en el ámbito científico y poder transferir conocimiento útil, socialmente responsable y respetuoso con los derechos humanos, es necesario que se comprendan muy bien las raíces epistemológicas de nuestra ciencia, y una vez realizada esa tarea, desaprender a partir de la evidencia científica.
Es la evidencia la que va a marcar las necesidades. Si la evidencia nos dice que algo funciona, debemos mejorarlo. Si nos dice que no funciona, debemos mejorarlo. Si nos dice que es prometedor, pero que no es posible saber si funciona, debemos hacer que funcione.
No es una tarea cómoda, ni tampoco fácil: en ocasiones la evidencia se enfrenta a nuestros prejuicios y a nuestras convicciones. En otras, la evidencia nos ofrece un sesgo en relación a experiencias que no funcionan y que, con pequeños cambios, pueden convertirse en experiencias de éxito. El concepto de open mind es, como mínimo, triple, en nuestro ámbito: es cierto que necesitamos una mente abierta, pero también necesitamos comprender que nos debemos abrir a nuevas preocupaciones, y por supuesto, a nuevas maneras de entender los fenómenos sociales.
Por último, ¿Alguna cosa más que quieras añadir?
Tan sólo agradecer a UDIMA y a ARATECH el haber considerado que este proyecto merece, como mínimo, ser puesto en marcha, y premiar una iniciativa que, en términos empresariales, no es tradicional, por su origen y naturaleza. Del mismo modo, también deseo agradecer al Prof. Pedro Aceituno su cercanía y el apoyo a la hora de enfrentarnos a esta nueva aventura.